Orar con el Evangelio

¿Cómo puedo rezar con la Palabra de Dios?

¿Cómo puedo aprender a rezar? ¿cómo puedo escuchar a Dios en su Palabra? (Pincha aquí para una breve explicación)

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Jueves, 11 de abril
II semana de Pascua


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Pistas: Juan nos dice que la relación con Jesús es como cuando conocemos a una persona. Cada día que compartes con ella vas descubriendo rasgos de su personalidad que vistos en conjunto te ayudan a descubrir quién es y cómo es. Pero si intentas hacer una definición precisa y exacta te vas a dejar cosas. 

   Qué nos dice este Evangelio de Jesús:

-Es el Hijo de Dios hecho hombre. “El que viene de lo alto” y está por encima de todos. Su testimonio no es el de cualquiera –como lo ratifica la resurrección-.

-“Habla de lo que ha visto y oído”. Es el Hijo de Dios y revela al Padre. Es el Testigo Fiel de la verdad. Aceptar su testimonio y creer en Él es estar en la verdad y poseer la vida eterna.

-Da el Espíritu sin medida. Ésta es la experiencia de los discípulos después de su resurrección. Se fían de Jesús y al seguirle no les van a faltar las dificultades que desembocan finalmente en el martirio en muchos casos. Pero tampoco les falta el Espíritu que, por medio de Jesús, Dios da sin medida. Lo prometió y lo cumple.

-Creer es recibir el Espíritu y poseer la vida eterna. Para el que no crea “la ira de Dios pesa sobre él”. ¿Qué es la ira de Dios? Pues no dejarnos amar por Él, estar lejos de su amor, no permitir que Jesús nos salve… El sinsentido, la desesperación y la frustración hacen que se vea a un dios en el que no merece la pena creer. San Juan hoy te dice que sólo accediendo a Dios por Jesús se puede descubrir su verdadero rostro y si no sólo verás un dios que no es Dios.

   Continúa en este camino de oración. En Jesús hay verdad y vida. Déjate sorprender por la novedad constante que es Jesús y al releer el Evangelio deja que el sugerente lenguaje de San Juan te haga entrar en el misterio de Jesús y te ayude a rezar.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Miércoles, 10 de abril
II semana de Pascua

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

   Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

   El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

   El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

   Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

   En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Pistas: Eso es lo que Dios quiere. Que tengamos vida, eterna, plena, auténtica, vida que ha vencido a la muerte. Y el camino es la fe en el Hijo de Dios, en Jesús que ha venido al mundo por amor a los hombres.

     Porque el hombre no puede salvarse a sí mismo. Necesita a Dios. Siempre hay sed de más. Para eso ha venido Jesús, para enseñarnos el camino hacia Dios, para abrirnos el camino a su vida. Salvarnos de la muerte, del pecado, de la ignorancia… y abrirnos la puerta a una plenitud que no podemos encontrar en nada de este mundo.

     Dios no envió a Jesús para juzgarnos -es decir, para dejarnos atrapados en el pecado, en la maldad o en la culpa-, lo envió como luz. Y si se rechaza la luz ¿qué sucederá? Ya está hecho el juicio, sólo queda el camino de las tinieblas. No hay más: o luz o tinieblas. Si hay luz, la tiniebla desaparece.

     Y esa luz ilumina la vida. Las malas obras quedan al descubierto. Por eso la verdad se acerca a la luz. Ante Dios no puedes ir con mentiras, porque te conoce, sabe quién eres mejor que tú mismo. La buena noticia es que te ama incondicionalmente. Ha venido para salvarte, no para juzgarte. No le importa lo que hayas hecho, ni si te sientes indigno… sólo quiere que le dejes amarte, que le dejes darte su luz para que desaparezcan las tinieblas. 

   En nuestra sociedad vivimos en la contradicción permanente, afirmando una cosa y la contraria, aceptando cosas opuestas según los intereses o el momento. Si te acercas a Jesús y le sigues se abrirá ante ti un nuevo camino. No te quedará otra que apartarte de aquello que es tiniebla y vivir en la luz. No encontrarás otro camino para ser feliz que dar los frutos de los hijos de la luz.  

     Ésa es la verdad, que sólo en Jesús hay salvación, que sólo en vivir como discípulo suyo hay vida. Recuerda el Evangelio de ayer. Es un don, es fruto del Espíritu que te hace nacer de nuevo.

     El Evangelio de San Juan tiene un estilo peculiar. Da vueltas, avanza un poco y otra vez… parece la misma idea, pero va poco a poco profundizando (como un tornillo que se aprieta). Quédate con alguna idea y reza con ella ¿qué te está diciendo, para tu vida, para tu situación, el Evangelio de hoy?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Martes, 9 de abril
II semana de Pascua

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

—«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»

   Nicodemo le preguntó:

—«¿Cómo puede suceder eso?»

   Le contestó Jesús:

—«Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

   Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»

Pistas: Jesús está en una conversación con Nicodemo. Como ayer fue fiesta no hemos leído el comienzo de la misma, en la que le ha dicho que hay que nacer de nuevo, que hay que nacer del agua y del Espíritu. Esto sólo podemos entenderlo a la luz de la resurrección. Hace referencia al bautismo y a la efusión del Espíritu Santo.

   Quizás nos resistamos ¿Partir de cero? ¿reiniciar? Tal vez pienses: “ya lo he intentado muchas veces y no lo he conseguido” o “yo ya voy tirando, hay cosas que sé no seré capaz de cambiar…”. Jesús te invita hoy: ¿quieres nacer de nuevo?

   El pecado tenía poder sobre el hombre, la muerte tenía poder sobre el hombre, la tendencia al pecado tenía poder sobre el hombre… pero Jesús nos hace libres, capaces de hacer las obras del Espíritu (en la carta a los Gálatas puedes encontrar las obras de la carne y las del Espíritu). Sólo el Espíritu Santo, llenando tu corazón y unido a tu espíritu, puede darte la fuerza para vivir la vida nueva que Jesús regala. Pero si te quedas acomodado en lo antiguo, si intentas una vida mediocre, si no te atreves a cambiar y arriesgarte…. no te enterarás del regalo tan grande que Jesús quiere hacerte. Una vida nueva lejos de las tinieblas, de la mentira, del pecado y de la muerte. 

   Pero esta vida no se puede atrapar. Hay que vivirla. Es como el viento. Se vive en fe, en oración. Seguro que si escuchas oyes el viento del Espíritu en tu vida, en tu parroquia, en tu comunidad, en tu familia, en tu trabajo… soplando por caminos nuevos, queriendo hacer las cosas nuevas ¡Fíate! Y experimentarás el poder del Espíritu Santo en tu vida y la novedad de la Pascua de Jesús.  

   La Cruz es presentada aquí como el estandarte que Moisés hizo cuando las serpientes mordían al pueblo de Dios. El que miraba la serpiente del estandarte quedaba curado. La muerte vencida por la muerte de Jesús en la cruz. Y el que levante la mirada hacía Él encontrará salvación, encontrará vida eterna. Porque además el testimonio de Jesús quedará ratificado ahí. 

   Jesús dice de sí mismo que Él ha venido a revelar al Padre y que es el camino para llegar a Él. La Cruz, la muerte y resurrección, ratifican esa promesa de Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Lunes, 8 de abril
La anunciación del Señor, solemnidad

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 1, 26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

   El ángel, entrando en su presencia, dijo:

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

   Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

   El ángel le dijo:

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

   Y María dijo al ángel:

«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»

   El ángel le contestó:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»

   María contestó:

«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

   Y la dejó el ángel.

Pistas: Nueve meses antes de la Navidad la Iglesia celebra la fiesta de la Anunciación. Este año coincidió con semana santa y por eso se ha trasladado. 

   Lucas nos presenta un momento impactante de la historia de la humanidad en el que una mujer con su “sí” lo cambia todo. De ella nacerá el Hijo de Dios. La Virgen dará a luz un hijo por obra del Espíritu Santo. María es la elegida, la llena de Gracia, la Toda Santa, la Inmaculada. Y, sin embargo, aunque Dios tiene un plan para ella, aunque ha sido elegida, es Ella desde su linertad la que tiene que decir que sí y aceptarlo. 

   Aquí se nos presentan la gracia de Dios y la libertad humana para responder. La llamada y la respuesta. Y las consecuencias que esa respuesta tiene para la propia vida y para la de los demás. Tu sí a Dios también puede cambiar muchas cosas.

   El Hijo de Dios se hará hombre. Nacerá de una mujer, de María, desposada con José (descendiente de David para que se cumplan las promesas del Antiguo Testamento). Se hace hombre en una familia humilde, en una situación histórica concreta. Si recuerdas la vida de José, María y Jesús, la encontrarás llena de dificultades, como la nuestra. Pero llena también de la presencia del Espíritu Santo y del amor del Padre.

   “Para Dios nada hay imposible”. Una virgen madre, una anciana estéril madre  Dios todo lo hace nuevo… y allí donde parece que no será posible la vida, la alegría, la salvación o la esperanza, el Dios de lo imposible trae su salvación del modo más sorprendente.

  Todo ello es posible por el "hágase" de la Virgen María, que no dudó: "Aquí está la esclava del Señor".

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Domingo 7 de abril
Domingo II de Pascua

Domingo de la Divina Misericordia


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros.»

   Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

   Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.»

   Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

—«Hemos visto al Señor.»

   Pero él les contestó:

—«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

   A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

—«Paz a vosotros.»

   Luego dijo a Tomás:

—«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

   Contestó Tomás:

—«¡Señor mío y Dios mío!»

   Jesús le dijo:

-«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

   Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Pistas: “Con las puertas cerradas” y aparece Jesús. Es el mismo pero no existe del mismo modo. El tiempo, el espacio, la materia, su manera de existir es absolutamente real pero distinta. ¿Cómo será la resurrección, el cielo, la vida eterna? Jesús está vivo, conserva las huellas de su vida, de su pasión y nos abre el cielo.

   “Paz a vosotros”. ¿Cómo estarían los corazones y las cabezas de aquellos hombres y mujeres? Jesús trae siempre su paz. Frente al sufrimiento, el miedo, las dudas… paz, porque está Jesús, porque Él ha venido. Se llenan de alegría, no les oculta las huellas de su Pasión.

   “Recibid el Espíritu Santo”. ¿Para qué? Para ser enviados, para hacer la misma obra de Jesús. Por eso les da poder para perdonar los pecados. En la comunidad reside el poder de Jesús, en la comunidad está el poder del Espíritu Santo.

   Tomás no estaba. Se pierde la presencia de Jesús. Y necesita tocar, palpar. Tal vez en los rostros y palabras de los otros discípulos no vio lo suficiente, todavía necesitaban Pentecostés. O tal vez Tomás necesitaba también su encuentro personal. El caso es que el domingo siguiente, reunidos otra vez, aparece Jesús. Y le dice: “No seas incrédulo sino creyente”. Y aquí está otra de las claves de este Evangelio: la fe. Necesitas creer para ver, para encontrarte con el Resucitado. Ojo, que no eres un bobo ni un loco. Por eso la fe se vive en comunidad, donde afianzarla. Y dichoso tú porque crees sin haber visto.

   Y todo esto ¿para qué? Termina diciendo Juan que es para que creamos y tengamos vida eterna. Para vivir para siempre y en plenitud. Muchas más cosas se podían haber contado, pero aquí está la esencia. El resto, como a los discípulos, nos lo va descubriendo el Espíritu Santo en la comunidad.

   Camina en esta Pascua cerca de Jesús, encuéntrate con Él. Y así podrás como aquellos hombres: creer, vivir, anunciar, continuar la obra de Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Sábado, 6 de abril
Sábado de la octava de Pascua

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

   Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

   Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca.

   También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

   Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»

Pistas: El Evangelio de hoy parece un resumen de los que hemos ido leyendo durante esta semana. Pone el acento en la dificultad para creer en el testimonio de aquellos que vieron y experimentaron que Jesús había resucitado y está vivo, sin tener la experiencia personal de encuentro con Él.

   Les parece algo tan increíble... No se acuerdan que Jesús lo prometió. No les sirve el testimonio, tienen que experimentarlo. Quizás esto te pase a ti, o a personas a las que les hablas de Jesús. Es necesario encontrarse con Él en persona. La oración, la comunidad, la Palabra que lees cada día y con la que rezas, los sacramentos (la Eucaristía) son el camino para encontrarse con Jesús –como has ido viendo estos días-.

   Y ese encuentro con Él no deja indiferente al que lo experimenta. María, los dos de Emaús, los Apóstoles... todos sienten la llamada de Jesús a salir: “id y proclamad”. Si quieres crecer en tu vida de fe, esto también es algo que tienes que hacer: encontrarte con Jesús, experimentar su salvación. Y descubrir cómo te dice a ti: ve y anuncia. Y, por supuesto, tener el valor de hacerlo.

   Esta Pascua te llama a celebrar que Jesús está vivo, a atreverte a salir y anunciarlo a todos.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes, 5 de abril
Viernes de la octava de Pascua

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

   Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»

   Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»

   Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.

   Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

   Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»

   Ellos contestaron: «No.»

   Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»

   La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»

   Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.

   Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»

   Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

   Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»

   Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.

   Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

   Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Pistas: Los Apóstoles vuelven a su antigua vida de pescadores. Como si quisieran regresar a sus seguridades, donde sienten que dominan la situación. Van sin Jesús y no pescan nada. 

   “Muchachos, ¿tenéis pescado?”. Al principio no lo reconocen. Pero Jesús les hace conscientes de su situación, han estado sin pescar nada. Y cuando Él aparece, cuando le obedecen y escuchan su voz, todo cambia. El esfuerzo sin Jesús no da fruto, no sirve de nada. Pero cuando Él está, cuando se sigue su voz, da fruto y abundante.

   “Echad la red a la derecha”. Tal vez fueron a pescar porque lo necesitaban. Pero seguir a Jesús, obedecerle, aunque parezca una locura, siempre es un camino de plenitud y siempre hay más de lo que uno pueda esperar. He escuchado muchas veces historias increíbles –pero reales-, Dios siempre provee. Si te fías de Él, siempre, aunque no sea por el camino que tú esperas, aunque tengas que pasar por la cruz, pero siempre, siempre, triunfa el amor. Y siempre sentirás la mano protectora de Jesús. Aunque para ello haya que echar la red por la derecha.

    “No tenían fuerza para sacarla, por la multitud de peces.”  No sólo hicieron una pesca normal. Eran tantos que la red parecía que se iba a romper. Sin Jesús todo era cansancio, esfuerzo, buscar en vano. Y ahora no sólo hay suficiente, sobreabunda.

    “Es el Señor”. Sólo Él es capaz de estas cosas, sólo con Él es posible. “Vamos, almorzad”. Jesús alimenta a los suyos, está con ellos. Jesús reparte, les da lo que necesitan. Está con ellos. Está vivo.

   Lee otra vez el Evangelio. Puedes imaginar la escena, lo que sentiría cada uno de los personajes. También puedes dejar que alguna idea ilumine algo que estás viviendo. Y después reza, pide, da gracias, contempla, adora… porque Jesús, también hoy, está vivo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Jueves, 4 de abril
Jueves de la octava de Pascua

 (Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

     Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»

    Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

    Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?»

    Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»

     Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Pistas: No basta sólo el encuentro con Jesús. Ni siquiera basta sólo la Eucaristía. 

   Hace falta hablar de todo ello en la comunidad. Experimentar a Jesús en comunidad. 

   Por eso es necesaria la Iglesia, en la que poder encontrarse con Jesús, en la que poder descubrir que es real, no es un fantasma, no es una ideología, no es un invento. Es una persona que se hace presente en la Eucaristía, en la comunidad, en la oración, en la Palabra, en el prójimo…

   Jesús es real y está vivo. Y les hace vivir esta experiencia a sus discípulos para que puedan ser testigos. Por eso quiere hacértela vivir a ti, y a su Iglesia. Experimentarlo, creerlo, contarlo, es vivir la fe, es tener una relación con Jesús, es comenzar a entender que su Reino comienza ya aquí.

     De nada sirve saber muchas cosas de Jesús, muchas cosas de la fe, si Jesús no te “abre” el entendimiento. Necesitas el don del Espíritu Santo, y esto se recibe en la comunidad, en la Iglesia. Lo necesitas para poder creer y proclamar: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”. Si lo experimentas podrás ser testigo de ello. Podrás vivir y llevar a los demás la Buena Noticia de Jesús. Podrás ser verdaderamente discípulo de Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Miércoles, 3 de abril

Miércoles de la octava de Pascua


 (Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

   Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»

   Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»

   Él les preguntó: «¿Qué?»

   Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les hablan dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»

   Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»

   Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

   Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»

   Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

   Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»

   Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»

   Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Pistas: El domingo de resurrección dos discípulos se van derrotados. Puedes imaginarte la sensación de fracaso, decepción, tristeza, impotencia… Intentan entenderlo desde el punto de vista humano: conversan y discuten. 

   En medio de eso, Jesús se hace presente. Van haciéndose preguntas, buscando respuestas y Él entra en escena.

   Primero les escucha, camina con ellos sin que se den cuenta. En la búsqueda de sentido, de verdad, de plenitud, Jesús va con nosotros, aunque no lo sepamos. Nos escucha.

   Ellos ya tienen pistas para descubrir lo que ha sucedido: algunos dijeron que le han visto, el sepulcro vacío… pero no creen. Puede que su idea de cómo deberían ser las cosas, de cómo debe actuar Dios, les impida descubrir lo que ha sucedido en Jesús. Todavía no han encontrado al resucitado y no han vuelto a la comunidad. ¿Cuántas veces puede pasarnos eso a nosotros? Tantas cosas que nos hablan de Dios y no nos enteramos.

   Es un proceso, un camino. Requiere tiempo contar y escuchar. Se van decepcionados, entristecidos, pero no han perdido la capacidad para escuchar, están abiertos a descubrir algo más. Y entonces son capaces de cambiar de ideas y conocer algo nuevo que Jesús les ofrece. Aquí hay otra clave de este Evangelio.

   Jesús les explica, pero ellos son libres. Por eso hay un momento en el que tienen que decirle: “No te vayas. Quédate, quiero saber más, quiero estar contigo”. Porque no se trata sólo de ideas, sino de relación.

   Y cuando parte el pan lo reconocen: la Eucaristía. Primero fue la Palabra y ahora el Pan (como en la misa). Y se les abren los ojos. Conocer y experimentar. La mente, el corazón, el alma… todo el ser está involucrado en el acto de fe, por eso no vale sólo con entender, ni con sentir, es necesaria una relación personal. Puedes pensar qué importancia tiene la Eucaristía en tu vida o cómo es tu relación con Dios. Qué te puede estar pidiendo.

   Pero Jesús desaparece. Les toca caminar en fe. Siempre es así. La fe no es una imposición, no es una obligación, es un camino de descubrimiento. Hay que recorrerlo y no se puede hacer en soledad. Por eso después van corriendo a contárselo a otros que cuentan experiencias similares. Y poco a poco van llegando a la certeza de que es verdad: Jesús está vivo, ha resucitado.

   Puedes releer el Evangelio dejando que ilumine tu vida, tu situación… Imagina con quién vas, qué te preocupa, de qué vas hablando. Y Jesús va contigo. Qué te dice. Si quieres, dile se quede contigo, ora. Si lo has experimentado ¿qué tienes que hacer para contárselo a otros? Y recuerda que en la comunidad se afianza la fe y se comparten experiencias. Jesús no nos dijo que esto es para guardarlo, sino para celebrarlo con los demás.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 

Martes, 2 de abril
Martes de la octava de Pascua

 (Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

     Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»

     Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto»

     Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

     Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

     Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»

    Jesús le dice: «¡María!»

    Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»

    Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»

    María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Pistas: María llora por Jesús. Su Maestro, su Amigo, a quien ama. Está atrapada en el sufrimiento y ni siquiera es capaz de, al ver el sepulcro vacío, ni entender lo que significa. 

   ¿Cuántas veces nos pasa también a nosotros? ¿Cuántas veces nos quedamos encerrados en nuestro sufrimiento sin lograr ver los signos que nos hablan de resurrección, esperanza y vida? 

   Y tú ¿por qué lloras? ¿qué te hace sufrir?

    Habla con Jesús, pero no le reconoce. Pero todo cambia cuando Jesús la llama por su nombre. No está muerto ni es un recuerdo. Está vivo. Y María tiene que aprender a mirar de nuevo a Jesús, el que Resucitado vive para siempre.  

   Igual que nosotros, necesitamos mirar más allá de nuestras ideas preconcebidas, de lo que nos imaginamos o de lo que nos han enseñado. Por eso Jesús dice: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro".

   No vale conocer sólo de oídas. Se trata de un encuentro y por eso la fe no es un conjunto de razonamientos, ni teorías, ni estilos de vida (esto va incluido). Es sobre todo un encuentro, una experiencia interpersonal. Jesús está vivo y te ama. Jesús te conoce y quiere que le conozcas y descubras quién es verdaderamente.

   María se convierte en apóstol (testigo): “He visto al Señor y ha dicho esto”. No sólo está el sepulcro vacío, no sólo vio unos ángeles… encontró a Jesús y eso lo cambió todo. Ya no hay llanto, ni tristeza, ni incertidumbre. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Lunes, 1 de abril
Lunes de la octava de Pascua

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos.»

     Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»

     Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»

     Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Pistas: Las mujeres. En la Pasión de Jesús fueron las que permanecieron (junto con Juan) al pie de la Cruz. Fueron las fuertes, las valientes. Y, sin embargo, en la religión y en la sociedad judía ocupaban un segundo plano. 

   Jesús trata a todos por igual. Elige a María Magdalena y a otra María para ser las primeras que se convertirán en testigos del acontecimiento más importante de la historia: la muerte ha sido vencida. Son las primeras, son apóstoles (testigos) de la resurrección.

    Y ya desde el principio comienzan las dificultades. Del mismo modo que antes de la Cruz los judíos no querían ver la verdad, ni conocer quién es Jesús, ni estaban dispuestos a cambiar sus ideas religiosas o culturales, tampoco lo harán ahora. La verdad no importa. Importa salirse con la suya. No se arrepienten ni recapacitan. Están absolutamente ciegos, no son capaces de plantearse quién es Jesús. Sólo quieren acabar con Él. No les importa la verdad. Corrupción, sobornos, intereses… Llama la atención cómo todos son capaces de trabajar en la misma línea sin importarles la realidad o la verdad.

   Qué mundos tan distintos: el de Jesús y sus discípulos, y el de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. Los primeros parecían muy perdidos, estaban absolutamente destrozados. Si lo piensas bien, estaban solos. Los judíos los odiaban por seguir a Jesús y querrán acabar con ellos; los romanos los tienen por los seguidores de un rebelde que se hacía llamar a sí mismo “rey”. Los judíos parece que controlan la situación, seguros de sí mismos, utilizando los recursos que tienen a su alcance para salirse con la suya. Pero los discípulos encontrarán alegría, esperanza, valor, verdad, vida, luz… y los otros sólo pecado, maldad, miedo.

    Encontrarse con el Resucitado y encontrar la verdad o vivir en la mentira y los intereses. Ésta es la decisión que te plantea el Evangelio hoy.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida

Domingo, 31 de marzo
Domingo de Pascua
de la Resurrección del Señor

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Juan 20, 1-9.

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

   Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.

   Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo: pero no entró.

   Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

   Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

   Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos

Pistas: Cristo ha resucitado. El sepulcro está vacío. Todavía no lo saben, todavía no se lo creen. El lugar de la muerte está vacío. Van corriendo, se asoman, entran, ven. Y entonces creen, entienden la Escritura.

    Cristo ha resucitado. Ésta es la noticia que la Iglesia te anuncia hoy y que celebraremos durante cincuenta días.

    Puedes imaginar la escena que cuenta el Evangelio. El cambio que se da en María, en Pedro y Juan. Antes, muerte, ahora, vida. Antes, tristeza, oscuridad, duda, miedo. Ahora alegría, luz, fe, esperanza…

    La luz de la resurrección es también para ti. Asómate al sepulcro vacío y descubre que realmente está vivo. Todo ha merecido la pena, todo cobra sentido ¡Celebremos la Pascua!

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Sábado, 30 de marzo
Sábado santo 


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

La Iglesia espera. Jesús ha muerto. La fe se mantiene en María, su Madre, que espera en Dios. Es día de silencio y de oración. Hoy no hay misa, ni celebración como el oficio de la pasión, nada hasta la Vigilia Pascual. Así ocurre un único día en el año, el del Sábado Santo. Te invito a que reces con el final del relato de la Pasión del Evangelio de San Juan y esperes a la noche santa en que Jesús venció a la muerte.

Evangelio según San Juan

…E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

   Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

   Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

   Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Pistas: El Salvador del mundo está muerto. Parece que todo lo que había dicho y hecho no era más que un espejismo. ¿Quién seguirá esperando y creyendo en un pobre desgraciado que muere en una cruz, abandonado por sus discípulos y traicionado? 

   Para nosotros es fácil porque sabemos el desenlace, pero la Cruz sin esperanza es muy dura, sin fe es el vacío, el fracaso, el final.

   En la última hora los apóstoles que esperaban el Mesías triunfante, los que buscaban puestos y honores y el establecimiento de un Reino terreno, huyen, fallan, traicionan... No habían entendido nada.

   Sólo un muchacho (Juan) y la Virgen y unas mujeres siguen firmes al pie de la cruz. El amor les guió y les sostuvo firmes hasta el final. Allí entrega su vida el Mesías que sufre, carga con la cruz, ama, confía en Dios y perdona. Ése es el rostro de Dios que se manifiesta en Cristo, el del amor hasta el extremo.

   Es la hora del silencio y de la aparente victoria de las tinieblas. Es la hora de la espera. Es el momento de mirar a María, a la Madre. ¿El Dios que hace cosas imposibles les abandonará? ¿todo lo que su Hijo hizo y prometió quedará en el pasado? ¿cómo rezaría María? ¿qué sentiría en su corazón en esas horas de espera?

   En esta aparente victoria del mal vemos reflejadas nuestras derrotas… Nuestras dudas y miedos parece que se confirman. ¿Cuántas veces hemos pensado que no vale la pena? ¿cuántas nos hemos entregado a una teoría, aferrado a una esperanza sin sentido? ¿Dios nos deja? ¿se va? ¿mi pecado será más fuerte? ¿el mal y el sufrimiento tendrán la última palabra?

   Espera con María. Acércate hoy al misterio de Jesús muerto y sepultado. Piensa en qué significa eso para tu vida y reza esperando que el Dios de lo imposible haga algo nuevo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Viernes, 29 de marzo
Viernes Santo en la Pasión del Señor


(Recuerda: 1. Pide el Espíritu Santo 2. Lee despacio y entiende 3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa llévalo a tu vida)

Pistas: Llegamos a la Pasión de Jesús. Hoy las pistas son una invitación a leer y contemplar, a caminar con Jesús en su Pasión.

   Jesús recorre ese camino por ti, por amor a Dios y a los hombres. Elige el amor y la obediencia frente al odio. No lucha contra el mal a fuerza de mal. Confía en el Padre. 

   Lee la historia, piensa en los personajes, en el significado, los sentimientos, las actitudes… ¿Tendrá algo que decirte a ti? Puedes recorrer el camino de Jesús hacia la cruz con Él, adorarle, agradecerle…

   El Evangelio de hoy termina con Jesús en el sepulcro. Parece el final. Mañana la Iglesia espera. Será el día del silencio, el día de la espera. La oscuridad, la muerte… serán vencidas. Pero el camino es la cruz. Jesús no la evitó. Y con ella nos enseñó que el amor de Dios no tiene límites ni en los momentos más dramáticos. Ahora, lee y reza.


Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18, 1-19, 42. 

En aquel tiempo Jesús salió con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre ÉL, se adelantó y les dijo: 

? —¿A quién buscáis ? 

C. Le contestaron: 

S. —A Jesús el Nazareno. 

C. Les dijo Jesús: 

? —Yo soy. 

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: 

? —¿A quién buscáis? 

C. Ellos dijeron: 

S. —A Jesús el Nazareno. 

C. Jesús contestó: 

? —Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos. 

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» 

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: 

? —Mete la espada en la vaina. Él cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber? 

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año, el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» 

   Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Ese discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el palacio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: 

S. —¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre ? 

C. El dijo: 

S. —No lo soy. 

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. 

El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. 

Jesús le contestó: 

? —Yo he hablado abiertamente al mundo: yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo. 

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: 

S. —¿Así contestas al Sumo Sacerdote? 

C. Jesús respondió: 

? —Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas? 

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, Sumo Sacerdote. 

Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: 

S. —¿No eres tú también de sus discípulos? 

C. El lo negó diciendo: 

S. —No lo soy. 

C. Uno de los criados del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: 

S. —¿No te he visto yo con él en el huerto? 

C. Pedro volvió a negar, y en seguida cantó un gallo. 

   Llevaron a Jesús de casa de Caifás al Pretorio. Era el amanecer y ellos no entraron en el Pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos y dijo: 

S. —¿Qué acusación presentáis contra este hombre? 

C. Le contestaron: 

S. —Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos. 

C. Pilato les dijo: 

S. —Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley. 

C. Los judíos le dijeron: 

S. —No estamos autorizados para dar muerte a nadie. 

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. 

Entró otra vez Pilato en el Pretorio, llamó a Jesús y le dijo: 

S. —¿Eres tú el rey de los judíos?  

C. Jesús le contestó: 

? —¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? 

C. Pilato replicó: 

S. —¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho? 

C. Jesús le contestó: 

? —Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. 

C. Pilato le dijo: 

S. —Conque, ¿tú eres rey? 

C. Jesús le contestó: 

? —Tú lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz. 

C. Pilato le dijo: 

S. —Y, ¿qué es la verdad? 

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: 

S. —Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? 

C. Volvieron a gritar: 

S. —A ése no, a Barrabás. 

C. (El tal Barrabás era un bandido.) 

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: 

S. —¡Salve, rey de los judíos! 

C. Y le daban bofetadas. 

Pilato salió otra vez afuera y les dijo: 

S. —Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa. 

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: 

S. —Aquí lo tenéis. 

C. Cuando lo vieron los sacerdotes y los guardias gritaron: 

S. —¡Crucifícalo, crucifícalo! 

C. Pilato les dijo: 

S. —Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él. 

C. Los judíos le contestaron: 

S. —Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios. 

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el Pretorio, dijo a Jesús: 

S. —¿De dónde eres tú? 

C. Pero Jesús no le dio respuesta. 

   Y Pilato le dijo: 

S. —¿A mí no me hablas ? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte? 

C. Jesús le contestó: 

? —No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor. 

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: 

S. —Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César. 

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «El Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. 

Y dijo Pilato a los judíos: 

S. —Aquí tenéis a vuestro Rey. 

C. Ellos gritaron: 

S. —¡Fuera, fuera; crucifícalo! 

C. Pilato les dijo: 

S. —¿A vuestro rey voy a crucificar? 

C. Contestaron los Sumos Sacerdotes: 

S. —No tenemos más rey que al César. 

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado <<de la Calavera>> (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS. 

   Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. 

   Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: 

S. —No escribas «El rey de los judíos» , sino «Este ha dicho: Soy rey de los judíos». 

C. Pilato les contestó: 

S. —Lo escrito, escrito está. 

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: 

S. —No la rasguemos, sino echemos a suertes a ver a quién le toca. 

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica.» 

   Esto hicieron los soldados. 

   Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: 

? —Mujer, ahí tienes a tu hijo. 

C. Luego dijo al discípulo: 

? —Ahí tienes a tu madre. 

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. 

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: 

? —Tengo sed. 

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre dijo: 

? —Está cumplido. 

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 

Todos se arrodillan, y se hace una pausa. 

   Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le traspasó el costado y al punto salió sangre y agua. Él que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» 

   Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. 

   Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. 


Jueves, 28 de marzo
Jueves Santo. La Cena del Señor.

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)

Evangelio según San Juan 13, 1-15.

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

   Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

  Llegó a Simón Pedro y éste le dijo: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? Jesús le replicó: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.

 Simón Pedro le dijo: Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»)

  Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «El Maestro» y «El Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

Pistas: En medio de la celebración de la cena Pascual judía, el rezo de los salmos, el recuerdo de la liberación de la esclavitud, resuenan estos pensamientos: libertad, vida, promesa, elección, pueblo de Dios, alianza… y Jesús da un paso más e instituye la Eucaristía con el Pan y el Vino de aquella cena y las palabras que repetimos en cada misa e inaugura la nueva alianza, la nueva liberación. Jesús no libera de una esclavitud física o temporal, sino de la esclavitud del pecado, del mal y de la muerte. Y lo hace por medio del amor y la entrega de su propia vida. 

   Ellos celebraban en la Pascua judía el acontecimiento que les fundó como pueblo, la alianza. Son el pueblo de Dios. Jesús establece una nueva alianza, un nuevo pacto con el derramamiento de su sangre, la entrega de de su vida.

   Y entonces, en aquella cena, en ese momento intenso, profundo, denso de emociones, con toda la tensión que les rodea y lo que intuyen -y Jesús sabe- que les viene encima, se ciñe una toalla y -como haría un esclavo o sirviente- les lava los pies a sus discípulos. Fíjate en la reacción de Pedro, imagina los sentimientos de estos hombres, su Maestro les enseña una nueva lección que no entienden todavía bien. El camino para ser grande es el amor y el servicio. Ese fue el mesianismo de Jesús y ese es el camino que propone a sus discípulos. Este gesto se les quedará grabado en la mente y el corazón.

   Son los últimos instantes de la vida de Jesús, Él lo sabe. Nos deja su testamento. Eucaristía y amor fraterno.

   “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Amar y servir a Dios y a los demás. Ése es el camino y todo lo demás es ruido que nos llena la mente y el corazón.

   La Eucaristía es eso: el amor y la entrega del Hijo de Dios hecho hombre. Es el amor y la entrega, el servicio, en el que nos invita a vivir a nosotros.

   ¿Lo comprendes? Lo ha hecho para que también lo hagamos nosotros. Se ha quedado en la Eucaristía, en un pan que puedes comer para unirse a ti, darte su amor y entregándose a ti enseñarte a entregarte a Dios y a los demás. 

   Ora en este jueves santo: Eucaristía, sacerdocio y amor fraterno son el gran regalo de este día.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Miércoles, 27  de marzo
Miércoles santo

(Recuerda1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra De Dios  en4. Ora, respóndele al Señor tu h5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)

Evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»

   Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

   El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»

   Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»

   Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

   Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

   Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»

   Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»

   Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»

   Él respondió: «Tú lo has dicho.»

Pistas: Es difícil saber qué le pasaba por su cabeza a Judas. ¿Habría llegado a odiar a Jesús? ¿Por qué lo hace? En el fondo, se nota que está envuelto en la telaraña del pecado. Roba ¿para qué? ¿cuándo y en qué gastará el dinero? No es una decisión repentina por un malentendido o una discusión. Judas ha ido eligiendo su camino y al final se aparta de Jesús. 

   Los otros discípulos están preocupados por Jesús, le siguen a pesar del miedo y de las dudas: “¿dónde quieres que te preparemos la Pascua?”. Intentan obedecerle, ser fieles.

   Y llega la última cena. Pero seguimos fijándonos en el traidor. Y Jesús toma la iniciativa para intentar hacerle reaccionar, quiere que se dé cuenta de que lo sabe y aún así no ha ido contra él. Podía haber dicho a los otros: “quitemos a Judas de en medio, es un traidor”. Pero no lo hace, le deja usar su libertad. 

   Porque eso es lo que hace Jesús: ama y deja libres a las personas que le rodean. Dice la verdad, pero no la impone y cada cual elige el camino a seguir. El de Judas, lo sabemos, acabará mal.

   Judas no es alguien ajeno a tu vida. Lo más probable es que cuando Jesús lo llamó realmente fuese sincero en su seguimiento. ¿Qué fue corrompiendo su corazón? Si hubiese querido, tenía a Jesús al lado. Se puede estar al lado del Santo, se puede vivir aparentemente para Dios y tener a Dios tan lejos del corazón... 

   Es un buen examen éste para el último momento antes del Triduo. Lee otra vez el Evangelio y quédate con lo que te llame la atención y dé luz a tu vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


Martes, 26 de marzo
Martes Santo


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

   Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

   Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?»

   Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.» Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.

   Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que tienes que hacer, hazlo enseguida.»

   Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

   Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:  

   «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir."»

   Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?»

   Jesús le respondió: «A donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.»

   Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.» Jesús le contestó: «¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»

Pistas: Jesús va a experimentar la incomprensión, la traición y el abandono de los suyos. La pasión de Jesús es también traición y soledad. Su propio pueblo le da la espalda, aquellos a los que tantas veces había ayudado, sus discípulos, huyen asustados, a los romanos no les importa que sea inocente... Está solo. Un puñado de mujeres, su madre y el discípulo más joven son los únicos que permanecerán a su lado. Judas, a quién eligió, que le amó y a quien él amó, le va a traicionar. Y, Pedro, la Piedra sobre la que edificar la Iglesia, le va a negar, no va a comprender nada…

    Judas y Pedro, ambos, fallarán a Jesús. Pero sus motivaciones y sus reacciones son completamente diferentes. Judas, nos cuenta san Juan que se ha dejado corromper. Traiciona a Jesús por una bolsa de monedas y después no es capaz de superar el sentimiento de culpa y termina suicidándose. Pedro se siente muy seguro de sí mismo, pero será cobarde y débil, no estará junto a Jesús. Más tarde llorará amargamente sus negaciones, se arrepentirá, acogerá el perdón de Jesús y dará su vida por Él.

    Todos tenemos algo de Judas (de dejarnos corromper, de consentir el mal y el pecado en nuestra vida, de sentirnos atraídos por el camino fácil) y algo de Pedro (orgullosos y seguros de nosotros mismos, pero en el fondo cobardes y débiles). 

   La oración de hoy puede hacerte caer en la cuenta de que aunque te equivoques siempre puedes volver con Jesús. Por muy fuerte y grande que sea tu pecado y tu error Jesús siempre te preguntará, como leeremos en Pascua que le preguntó a Pedro: “¿Me amas?”. 

     De eso se trata, de amar a Jesús a pesar de todo, de vencer todo aquello que nos aleja de Él, de dejar que transforme nuestra vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Lunes, 25 de marzo
Lunes santo


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)

Evangelio según san Juan 12,1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.

   María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

   Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».

   Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando.

   Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»

   Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.

   Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Pistas: Los sumos sacerdotes quieren acabar con Jesús. Y Él quiere pasar este tiempo con sus amigos. 

   Hay un amor desinteresado, agradecido, de Marta, Lázaro y María. Y, por otra parte, la actitud de Judas. 

   Los primeros le abren su casa, comparten con Él lo que tienen, le dan lo mejor que poseen y su amor. A pesar de que ser amigo de Jesús podía traerles complicaciones con los judíos.

   Judas, por un lado, seguía con Jesús, pero, por otro, su corazón estaba lejos. Se había dejado seducir por el dinero y no era fiel. 

   Los grandes pecados no se improvisan. Comienzan como pequeñas concesiones. Este hombre terminará traicionando a su Maestro (por el que lo había dejado todo) por un puñado de monedas y, desesperado, ahorcándose. En algún momento había comenzado a llevar una doble vida y se había ido alejando de Jesús.

    La vida, la cena, el perfume, la amistad…  Puedes imaginarte la escena. Las duras palabras de Jesús: “Lo tenía guardado para el día de mi sepultura”, dejando claro el camino que le espera. 

   ¿Y tú? ¿Recibes a Jesús en tu casa, le das lo mejor que tienes, le amas, te arriesgas dejando que esté en tu vida…? ¿O el interés se ha colado en tu relación con Él?

    Los judíos tienen curiosidad: ¿Será verdad que Lázaro ha resucitado? ¿Jesús está por aquí? ¿no sabe que le buscan?

    Los sumos sacerdotes ya tienen clara su decisión: acabar con Jesús y sus seguidores. Y seguirán adelante con su plan. Como hemos ido viendo, no les importa quién es Jesús, ni la verdad. 

   Estos días leeremos el desenlace y el modo sorprendente en que Jesús vence. Será el momento para reflexionar sobre muchos aspectos, pero en el Evangelio de hoy ya comprobamos que Jesús recorre un camino duro. Sabe que su destino es la muerte. Sabe quiénes le van a traicionar. Y, a pesar de ello, hace una apuesta por el amor mientras a su alrededor todo es una confabulación del mal. 

      Jesús escribe con amor también sus últimos días y esto nos tiene que decir algo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

 

Domingo, 24 de marzo
Domingo de ramos en la pasión del Señor


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)

Evangelio según San Marcos 11, 1-10.

Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles: —Id a la aldea de enfrente, y en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto. 

Fueron y encontraron el borrico en la calle atado a una puerta; y lo soltaron. 

Algunos de los presentes les preguntaron: —¿Por qué tenéis que desatar el borrico? Ellos le contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron. 

Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. 

Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. 

Los que iban delante y detrás, gritaban : —Viva, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Viva el Altísimo!

Pistas: Estamos en la puerta de entrada de la semana santa. La más contradictoria. Jesús es recibido con alegría, gratitud, reconocimiento. Imagina la sensación de triunfo de sus discípulos. El miedo que habían sentido (recordad las lecturas de estos días en los que el enfrentamiento con los judíos había llegado a su cumbre) se transformaría en esperanza.

   Pero sólo es una ilusión. Los mismos que ahora le aclaman serán los que griten: ¡crucifícale!

   ¿Cómo es el mesianismo de Jesús? Muy lejos del triunfante, político, militar y revolucionario que esperaban muchos. Imaginaos la escena. Montado sobre un borrico, cumpliendo las promesas del Antiguo Testamento.

   Jesús realmente triunfará, será el Rey esperado, el Mesías, el Salvador, pero su camino pasa por la Cruz. Los discípulos, los apóstoles pensarían que se iba a dar un giro en las circunstancias, pero no… por eso, para no hacer una celebración triunfante de ramos olvidando lo que va a suceder en la misa de hoy también se lee el Evangelio de la Pasión, como una introducción a toda la Semana Santa. Si tienes tiempo léelo y deja que la historia de la pasión y muerte de Jesús te toquen el corazón. Puedes encontrarlo en este enlace: https://www.sanjoseobrero4v.org/recursos/evangelio-en-cuaresma (a continuación de este mismo comentario)

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14, 1-15, 47

Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los letrados pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:

S. —No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.

C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. Algunos comentaban indignados:

S. —¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres.

C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:

+ —Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta.

C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. El andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:

S. —¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?

C. —Él envió a dos discípulos diciéndoles:

+ —Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?»

Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.

C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo dijo Jesús:

+ —Os aseguro, que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo.

C. —Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:

S. ¿Seré yo?

C. Respondió:

+—Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del Hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!

C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:

+ —Tomad, esto es mi cuerpo.

C. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron.

Y les dijo:

+ —Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro, que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el

Reino de Dios.

C. Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos. Jesús les dijo:

+—Todos vais a caer, como está escrito: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.»

Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.

C. Pedro replicó:

S. Aunque todos caigan, yo no.

C. Jesús le contestó:

+—Te aseguro, que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.

C. Pero él insistía:

S. Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.

C. Y los demás decían lo mismo.

C. Fueron a una finca, que llaman Getsemaní y dijo a sus discípulos:

+—Sentaos aquí mientras voy a orar.

C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:

+—Me muero de tristeza: quedaos aquí velando.

C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:

+- ¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.

C. Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:

+-Simón ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.

C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo:

+-Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.

C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:

S. -Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto.

C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:

S. —¡Maestro!

C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo

+ —¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras.

C. Y todos lo abandonaron y huyeron.

Lo iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en una sábana; y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.

Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los letrados y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse.

Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra él diciendo:

S. —Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres.»

C. Pero ni en esto concordaban los testimonios.

El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:

S. —¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?

C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo preguntándole:

S. —¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

C. Jesús contestó:

+ —Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.

C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:

S. —¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia.

¿Qué decidís?

C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron

a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:

S. —Haz de profeta.

C. Y los criados le daban bofetadas.

Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo:

S. —También tú andabas con Jesús el Nazareno.

C. Él lo negó diciendo:

S. —Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.

C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó.

La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:

S. —Este es uno de ellos.

C. Y él lo volvió a negar.

Al poco rato también los presentes dijeron a Pedro:

S. —Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.

C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:

S. —No conozco a ese hombre que decís.

C. Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.]

Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.

Pilato le preguntó:

S. —¿Eres tú el rey de los judíos?

C. El respondió:

+ —Tú lo dices.

C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.

Pilato le preguntó de nuevo:

S. —¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.

C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado.

Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre.

Pilato les contestó:

S. —¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.

Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.

Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:

S. —¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?

C. Ellos gritaron de nuevo:

S. —Crucifícalo.

C. Pilato les dijo:

S. —Pues ¿qué mal ha hecho?

C. Ellos gritaron más fuerte:

S. —Crucifícalo.

C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio —y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:

S. —¡Salve, rey de los judíos!

C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.

Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rulo, lo forzaron a llevar la cruz.

Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.

Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDÍOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.»

Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:

S. —¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.

C. Los sumos sacerdotes, se burlaban también de él diciendo:

S. —A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.

C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Al llegar el mediodía toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:

+ -Eloí Eloí, lamá sabactani. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)

C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

S. —Mira, está llamando a Elías.

C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:

S. —Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.

C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.

El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:

S. —Realmente este hombre era Hijo de Dios.

[C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé, que cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el Reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto.

Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro.

María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían.]


Sábado, 23 de Marzo
Semana V de cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)

Evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

   Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.»

   Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.»

   Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

   Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.

   Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?»

   Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Pistas: Jesús ha resucitado a su amigo Lázaro. Muchos creen en Él por este signo. Muchos otros no pueden soportar este hecho. Por otra parte, el enfrentamiento con las autoridades judías ha ido aumentando. Y hoy una mezcla de envidia y miedo les hacen poner en marcha los acontecimientos que acabarán con la muerte de Jesús.

   Tienen miedo a perder el control de la situación. Prefieren que las cosas sigan igual y mantener su poder. Se excusan en buscar el bien de los demás. Pero en el fondo tampoco creen en su Dios: el Dios de la alianza, el que no les ha abandonado nunca, que les sacó de Egipto… Sólo quieren hacer las cosas a su manera.

   Algo parecido puede pasar a veces en tu vida cuando no dejas entrar a Dios, no te acercas a Jesús porque temes perder el aparente control que tienes...

   La decisión está tomada. Jesús morirá. Es curioso ver cómo el mal enreda las cosas. Un acontecimiento extraordinario, la resurrección de Lázaro, se convierte en el detonante y parece que todo estará orquestado para llevar a Jesús a la muerte. Pero todavía es más grande descubrir cómo el amor, el poder, la misericordia, la fuerza de Dios, es mayor que el mal y éste será vencido precisamente donde parece más fuerte.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes, 22  de marzo
Semana V de cuaresma 


 (Recuerda: 1. Pide el Espíritu Santo 2. Lee despacio y entiende 3. Medita qué te dice la Palabra de Dios 4. Ora, respóndele al Señor 5. Actúa, lleva a tu vida la oración.) 

Evangelio según san Juan 10, 31-42 

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?»

    Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.»

   Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.» 

     Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él allí. 

Pistas: ¿Quién es Jesús? 

   Se pone a sí mismo en plano de igualdad con Dios. El Padre lo ha enviado, hace sus obras. Él está en el Padre y el Padre en Él.

   Jesús intenta ayudarles a creer, darles motivos para que descubran quién es. Pero ellos lo rechazan. Se escapa de su manera de pensar. No son capaces de entender.

   Nuestra sociedad de hoy, en el fondo, es muy parecida a aquella. ¿Cómo va a ser Jesús Dios? ¿Cómo va a existir o acercarse Dios a nosotros? Y, sin embargo, así es. 

   Por eso el Evangelio de Juan sólo se puede entender desde la perspectiva de la resurrección, que da un nuevo valor a las palabras de Jesús. 

      Hay muchas cosas en la Iglesia, en los cristianos, en el mundo, que nos pueden hacer mirar a Dios. Pero sólo si nos encontramos con Jesús podremos descubrir esos signos y creer en Él. Por eso, una vez más, reza a Jesús y asómate a su misterio. 


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Jueves, 21 de marzo 

V Semana de Cuaresma 


 (Recuerda:

 1. Pide el Espíritu Santo 

2. Lee despacio y entiende 

3. Medita qué te dice la Palabra De Dios

 4. Ora, respóndele al Señor 

5. Actúa, llévalo a tu vida) 


 Evangelio según san Juan 8, 51-59 

      En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.» 

     Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?»  

     Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.» 

       Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?» Jesús les dijo: «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.» Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo. 


 Pistas: Sólo hay tres opciones: O Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, o era un farsante, o un loco. Jesús dice que creer y guardar su palabra da vida. Que Él no habla de oídas, sino que viene de Dios, que su gloria se la da su Padre. Que conoce a Dios, porque existe desde siempre como Dios mismo. Es decir, porque Él mismo es Dios. “Antes… existo yo”. Acusarán a Jesús de hacerse igual a Dios y así es. Con estas palabras deja entrever su divinidad. Cuando muera en la Cruz todo esto parecerán falsas promesas. Un endemoniado, un loco, un demente, un farsante, un revolucionario judío que se creía el Mesías, un fanático religioso… Pero cuando resucita, la pregunta es inevitable: ¿Quién es éste? Y el misterio es asombroso: verdadero Dios y verdadero hombre que revela al único Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

       Esto sólo se puede entender realmente desde la luz de la Pascua, es decir, desde la muerte y resurrección de Jesús. Eso lo cambia todo. Sus palabras y sus promesas son verdaderas. Más adelante sus discípulos recibirán el Espíritu Santo y no sólo podrán creer en Jesús sino vivir como Él enseñó, tener la presencia y el poder de Dios en su vida.  

        Llega el final de la cuaresma. Ojalá salgamos con más fuerza, esperanza, con la luz de Jesús y su vida en nuestro corazón. Asómate al misterio de Jesús. Admírale, dale gracias, adórale, alábale. Lo que los judíos no fueron capaces de descubrir tú puedes hacerlo con la luz de la Pascua y la presencia del Espíritu Santo. 


 Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


Miércoles, 20 de marzo

V Semana de Cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)


Evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»

   Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?»

   Jesús les contestó: «Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre.»

    Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán.»

    Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.»

    Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios.»

    Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.»


Pistas: Jesús presenta dos opciones. Por un lado: creer en su palabra, vivir en la verdad y ser libres. Por otro: no creer en Jesús, no conocer la verdad y ser esclavos.

   Jesús da testimonio del Padre. Creer en Él es tener acceso a Dios, convertirse en hijos de Dios. No valen posiciones sociales, ni tradiciones. 

   Sin embargo los del Evangelio de hoy se sienten muy seguros: “Somos linaje de Abrahán”. Quizás nosotros podríamos decir: “Soy el catequista”, “soy de tal o cual grupo”, “soy el más religioso de mi casa, de mis amigos…”. Pero la clave es ¿creo en Jesús y me mantengo en su palabra? Porque todo lo demás son falsas promesas de verdad y libertad. Son falsas seguridades.

   “Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”. Es Jesús el que lo hace. Se trata de ser hijos.

   Jesús hace una afirmación muy dura: “Vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre”, refiriéndose al que les lleva a vivir en el pecado. ¿Y tus seguridades, orgullos y soberbias, que te hacen esclavo? Revisa si eres fiel a Jesús y su palabra, si crees en Él e intentas permanecer en Él. Porque éste es el camino de la vida, de la verdad y de la libertad. 

    También estos días los Evangelios nos acercan al misterio de la naturaleza de Jesús: ¿Quién es este hombre? Puedes aprovechar para adentrarte en oración en la figura de Jesús: ¿Quién es Jesús? ¿Qué encuentro en Él? ¿Puede dar un sentido a mi vida? ¿Qué tengo que hacer o cambiar para seguirle? Reza, busca y encontrarás.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Martes 19 de marzo

San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María


(Recuerda: 

1. Pide el Espíritu Santo 

2. Lee despacio y entiende 

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios 

4. Ora, respóndele al Señor

5. ⁠actúa, llévalo a tu vida)


Evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a 

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. 

   El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: 

   María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 

   José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: 

-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» 

   Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.


Pistas: Por medio de José se cumple la promesa de que el Mesías procede del linaje del rey David. Pero la nueva realidad que surge es tan grande que Jesús nace virginalmente de María, la esposa de José. Es algo tan grande que los hombres no podemos obtenerlo por nuestros propios medios. Dios nos lo da. Jesús se hace hombre en el seno de la Virgen María. Pero nace en una familia. 

    ¿Qué tipo de familia fue la de Jesús? ¿qué dificultades atravesó –exiliados, perseguidos…-? 

   ¿Qué camino tendría que recorrer este hombre para acoger el plan de Dios? ¿Cómo sería su fe? ¿Qué amor tan grande a Dios y a María tuvo que tener?

   José es el ejemplo de una persona que se fía y busca el plan de Dios aunque sea por caminos insospechados. Él protege y cuida a Jesús y a María. Piensa en el papel que este hombre ha tenido en la historia de la salvación. Todas las contrariedades y dificultades que tuvo que superar. Y cómo su fe le salva y le hace un sitio imprescindible en la historia.

   La fe y el amor. Son dos conceptos con los que puedes rezar este día. ¿Qué te dice este Evangelio a ti? ¿qué te enseña la figura de José? ¿te fías del plan de Dios para tu vida aunque éste te parezca extraño?


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Lunes, 18 de marzo

V domingo de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)


Evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

   Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:

—«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»

   Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

   Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

   Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

. «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

   Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.

   Jesús se incorporó y le preguntó: —«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»

   Ella contestó:

—«Ninguno, Señor.»

   Jesús dijo:

—«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»


Pistas: Jesús hace las cosas nuevas. Ese será el final de la Cuaresma, todo será nuevo por la resurrección de Jesús. También para la mujer del Evangelio de hoy. 

   Jesús sube al monte de los olivos, regresa y enseña como un maestro. Los fariseos y los escribas encuentran la oportunidad para tenderle una trampa: una mujer adúltera, según la ley de Moisés debía morir. 

   En la cultura judía en tiempos de Jesús la mujer está relegada a un segundo plano. Pero Él tiene una actitud distinta. Las personas son iguales entre sí, más allá de cualquier otro condicionante. 

   Entre sus discípulos hay todo tipo de personas, pobres, ricos, publicanos…. y también un grupo de mujeres.

   Jesús enseña a ser misericordiosos. Forma parte esencial de su mensaje que el amor a Dios va unido al amor al prójimo.

   Puedes imaginarte el miedo de la mujer. La ira de los que la llevan ante Jesús. Su doble intención y su maldad. Y Jesús… da la vuelta a las cosas. “El que esté sin pecado que le tire la primera piedra”. ¿Quién eres tú para juzgar a tu hermano? ¿quién eres tú para condenar a nadie si tienes tus pecados y tus miserias como él? No entra en una discusión estéril. Les hace tomar conciencia de su condición.

   Y, finalmente, queda sola ante Jesús. Imaginarlo puede ayudarte a rezar. Él sí puede condenarla… pero le da una nueva oportunidad. Hace nuevas las cosas. Jesús, siempre hace nuevas las cosas en la vida de los que se encuentran con Él.

   Mira tu propia vida con el Evangelio de hoy. Tal vez te esté diciendo que no juzgues, que no señales con el dedo a otros, o que no quieras poner a prueba a Jesús sino conocerlo. O puede que haya cosas en tu vida que necesitas cambiar, que te avergüenzan, Jesús también se acerca a ti.

   “En adelante no peques más”. Jesús te lanza al futuro, a seguir luchando y caminando. Una nueva vida y un camino por delante.

 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Domingo, 17 de marzo

V semana de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, llévalo a tu vida)


Evangelio según San Juan 12, 20-33

En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: Señor, quisiéramos ver a Jesús.

   Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

   Jesús les contestó: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre.

   Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará.

   Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.

   Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.

   La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

   Jesús tomó la palabra y dijo: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.


Pistas: La respuesta de Jesús parece que tiene poco que ver con las inquietudes de aquellos que se acercaban buscándole. Pero ellos nos muestran el camino para poder encontrarse con Él y que Jesús mismo recorrió: la cruz, la obediencia y el amor. Sólo recorriendo ese camino se puede descubrir verdaderamente quién es Jesús y conocerle.

     Acercarse a Jesús. En este pasaje los que buscan a Jesús necesitan a Felipe y Andrés. Esto tiene una doble interpretación: por un lado, el papel de los que estamos cerca de Jesús para hacer de intermediarios. Y hacerlo unidos. Andrés escucha la petición de aquellos hombres y se une a Felipe para ir a ver a Jesús. Por otra parte, también nos habla de la necesidad de la Iglesia, de esos “Andrés y Felipe” que son el medio para llegar a Jesús. La necesidad que tenemos nosotros de la mediación de la Iglesia para llegar a Jesús.

     A continuación, les habla del camino a recorrer: El grano tiene que morir, cambiar, para poder brotar, tener vida y dar vida. Si muere, da fruto. De lo contrario, no sirve para nada. Jesús va delante y éste es el camino que nos propone: no el del egoísmo, el del triunfo, el de nuestra voluntad, sino el de la entrega, el amor, la búsqueda de la voluntad del Padre. Si te miras demasiado a ti mismo te perderás. ¿Cuántas veces nos gustaría un camino triunfante, sin cruces, cediendo a los propios deseos? ¿Cuántas veces ponemos por encima el egoísmo o el interés en lugar de buscar el verdadero bien, la verdad, la auténtica libertad, la fidelidad a Dios aunque sea por un camino difícil de entender?  

    No es por el premio, pero habrá premio. Seguir a Jesús no es de locos, débiles o necios; es para valientes capaces de aceptar la realidad, de vivirla, de lanzarse con la cruz a cuestas y con la certeza de que Dios abrirá nuevos caminos de vida y salvación. Además, Jesús va delante, va con nosotros.

    ¿En qué aspectos de mi vida tengo que morir a mí mismo? ¿en cuáles me tengo que entregar más? A veces da miedo cambiar, renunciar, que duela. Pero elegir seguir a Jesús es elegir la vida verdadera.

    El alma de Jesús está agitada. Es el Hijo de Dios y, sin embargo, siente miedo… ¿cuántas veces estamos así las personas ante las dificultades y penalidades de la vida? No es fácil. Jesús elige subir a Jerusalén, no se refugia en el desierto y funda una comunidad. No hace un ejército de seguidores para derrocar a los romanos… Va a Jerusalén a aceptar la decisión del Padre, la de su pueblo. Claro que tiene miedo “líbrame de esta hora”. Pero también le dice al Padre: “si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre”. Tiene miedo, pero no tiene dudas. Y Jesús afirma: “Ahora el Príncipe de este mundo va ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Jesús vence al diablo, al mal, al pecado, a la mentira, a la injusticia, al sufrimiento. Todo ello lo consigue muriendo en una cruz. Y esto cambia la historia. Jesús es el grano que cae en tierra y muere, pero da mucho fruto. 

   En la cruz el diablo cree que vence, pero en realidad es vencido. Jesús es realmente elevado, para Juan la Cruz es lugar para entronizar a Jesús como Rey, que sabe perfectamente lo que hace, lo hace con libertad y se entrega porque ama al Padre y a la humanidad.

   Dice Jesús: “cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Puedes imaginar a Jesús en la cruz, mirarle… y darte cuenta que ha vencido, que está vivo. Eso es lo que celebraremos y para lo que nos venimos preparando.

   Es bueno que saques algún compromiso para tu vida de la Palabra de Dios con la que rezas… Piensa qué reto te propone para esta semana este Evangelio.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


Sábado, 16 de marzo

IV semana de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, llévalo a tu vida)


Evangelio según san Juan 7, 40-53

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que hablan oído los discursos de Jesús, decían: «Éste es de verdad el profeta.» Otros decían: «Este es el Mesías.» Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?» Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.

    Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.» Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.»

     Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?» Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.»

     Y se volvieron cada uno a su casa.


Pistas: Nicodemo pregunta a los fariseos y sumos sacerdotes: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Pero a ellos no les importa eso. Ya tienen claro lo que piensan de Jesús y buscan la manera de confirmar sus ideas, no de encontrar la verdad.

   La gente al oír y ver a Jesús, por sus palabras y sus signos, y por su propio estilo de vida, creen en Él. Pero cuando los prejuicios religiosos y los intereses entran por medio, todo se oscurece. 

   La Ley y los Profetas anuncian a Jesús, en Él se cumple de un modo absolutamente sorprendente y extraordinario las promesas y esperanzas del Antiguo Testamento, y alcanza su plenitud la revelación de Dios. Pero estos hombres expertos en la ley prefieren su religiosidad a entrar en lo profundo de la Palabra de Dios y descubrir en ella el camino hacia Jesús. Algunos lo logran, y los Evangelios y el Nuevo Testamento están repletos de referencias al Antiguo Testamento que iluminan la figura de Jesús.

   Los que saben que necesitan más verdad, más luz en su vida, son capaces de reconocer a Jesús y entregar todo por Él. En cambio, los que se quedan encerrados en las tradiciones, los intereses o la religiosidad, no. Tienen una manera de ser discípulos de Jesús triste, mediocre y en el fondo falsa. ¿Puede estar pasándote esto a ti? ¿o si tienes responsabilidad en la Iglesia, en tu ministerio? ¿o a tu comunidad? ¿puede que haya aspectos que te impiden descubrir a Jesús auténticamente y creer en Él?

   A veces nos estancamos en nuestra vida de fe. Se enfría. Es necesaria entonces la humildad de Nicodemo, que era un experto en la Ley, pero se acercó a Jesús a pesar de que hacía tambalear sus esquemas. 

   Jesús hace las cosas nuevas, también en tu vida, pero tienes que querer acogerle y dejar a un lado tus ideas preconcebidas, dejarte sorprender, cambiar... Si quieres encontrarte con Dios, Él es el único camino.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


: Viernes, 15 de marzo

IV semana de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, llévalo a tu vida)


Evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas.

Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

   Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»

   Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.


Pistas: En los capítulos del 1 al 12 de San Juan hay dos hechos que van a la par: por un lado, Jesús va revelando quién es y llevando a cabo su misión. Por otro, los judíos van rechazándole hasta que es condenado a muerte. 

   El de Juan es el Evangelio escrito más tardíamente, cuando el cristianismo ya se había separado completamente del judaísmo. En los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) vemos que cada vez se va tensando más la relación de Jesús con las autoridades judías. En Juan la oposición judía contra Jesús es mucho más sistemática y abrumadora. Ya desde el principio hay una especie de control oficial sobre su actividad. Hay una clara persecución contra Él: lo buscan para matarlo, intentan apedrearlo, Jesús tiene que huir, esconderse… Como en el de hoy, no puede andar abiertamente.

     Este Evangelio deja claro que la hora de Jesús se acerca. En Juan el tema de la “hora” es muy importante. Se puede incluso utilizar como criterio para estructurar el Evangelio y hablar de expectación de la hora (cc. 1-12) y llegada de la hora (cc. 13-20). Es el momento en que todo es consumado: la muerte y glorificación de Jesús. Jesús mismo entregará su vida. Por eso no pueden echarle mano. Porque “no había llegado su hora”.

     Jesús afirma que procede del Padre y que no actúa por su cuenta, sino enviado por "el que es veraz". Rompe sus esquemas. Y al intentar que puedan descubrir quién es se topa con la cerrazón de las personas. Ayer leíamos todo lo que daba testimonio de Él, pero no son capaces de superar sus ideas preconcebidas sobre cómo debe ser el Mesías. No lo ven y lo tienen delante.

     Jesús les grita, intenta que reflexionen: “A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado”. En esta frase está gran parte del misterio de quién es Jesús. Es el que sólo se conoce de verdad a través de la fe, Jesús se hace igual a Dios, viene de Él, da testimonio de Él. Por eso, si te acercas a Él encontrarás el camino hacia Dios.

      También a ti quiere revelarse Jesús y mostrarte quién es. ¿Qué significa en tu vida? ¿Te cuesta verlo aunque lo tengas delante? No te desanimes y sigue caminando con Él para descubrirle como el Mesías. No te desanimes porque Él es el camino hacia Dios y hacia su salvación.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Jueves, 14 de marzo

IV semana de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, llévalo a tu vida)


Evangelio según san Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí.

   Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

   Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

   Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

   Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.

   Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibiréis.

   ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»


Pistas: ¿Quién es Jesús? Las obras que hace dan testimonio de Él. Juan el Bautista dio testimonio de Él. Las Escrituras dan testimonio de Él. "Hay otro” (el Padre) y el Espíritu Santo que actúa en Jesús y da testimonio de Él. 

   Pero Jesús dice que todo esto da igual si “no queréis venir a mí para tener vida”. No será posible si en tu libertad le dices que no a Jesús.

    Si prefieres tu propia gloria o dar gloria a otros según tus intereses y egoísmos. Si prefieres tu luz y tu verdad, a la luz y verdad de Jesús. Si te apartas del amor para vivir en la búsqueda de placeres o en una religiosidad como la de los judíos a los que Jesús habla hoy. Si alguna de estas cosas sucede en tu vida, puede que tengas a Jesús, la luz, la vida, la salvación, la verdad, el camino hacia Dios a tu lado y no te des cuenta. Puede que tengas delante la respuesta a lo que necesitas y buscas, y no la encuentres.

      El Evangelio de hoy es una invitación al encuentro con Jesús. ¿Cuántas cosas en tu vida te hablan de Jesús y dan testimonio de Él? ¿cuántas veces buscas en otros sitios lo que sólo Jesús puede darte?

   Su quieres, abre el corazón, pide fe y lo encontrarás.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Miércoles, 13 de marzo

IV semana de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)


Evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.»

   Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

   Jesús tomó la palabra y les dijo:

—«Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro.

   Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

   Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que le envió.

   Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida.

Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.

   Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

   No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

   Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»


Pistas: San Juan tiene un estilo propio muy diferente al de los otros evangelistas. Tenemos que leerlo despacio porque su manera de avanzar es como una espiral. Se trata de asomarnos al misterio de quién es Jesús

-Jesús llama a Dios: “mi Padre”. Se hace igual a Él. En Jesús se deduce que es Hijo de Dios en un sentido diferente al resto.

-El Padre actúa con Él. Jesús no hace nada por su cuenta.

-El Padre le da poder para resucitar, para dar vida.

-Hay que honrar al Hijo, como se honra al Padre, porque Jesús es el Hijo de Dios.

-La Palabra de Jesús da vida. Creer en ella da vida eterna.

-Jesús juzgará a los que resuciten.

   La resurrección de los muertos. Una resurrección de vida o una de juicio. Esto sólo se puede entender desde la resurrección del propio Jesús. 

   No sólo el alma perdurará inmortal, sino que de algún modo (no debemos imaginarnos un cadáver revivido) todo lo que somos alcanzará su plenitud en Dios. También el cuerpo, la materia y la creación entera. Por eso el sepulcro vacío de Jesús ¿Qué sucedió allí? No lo sabemos, pero sí que aquel que estaba muerto se apareció vivo a sus discípulos como veremos en la Pascua. 

   Jesús y el Nuevo Testamento enseñan que al final de la historia habrá una resurrección universal y un juicio que le corresponderá al propio Jesús.

   Por último, vuelve Jesús a hablar de su unión con el Padre y que Él siempre hace la voluntad del Padre.

   Este Evangelio trata de asomarte al misterio de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La fe cristiana enseña que Jesús es el Hijo de Dios y san Juan va desarrollando esta idea desde muchas perspectivas. Intenta contemplar, adorar, agradecer… y amar a Jesús, que siendo el Hijo de Dios ha venido a mostrarnos cómo es Dios y a entregar su vida por ti.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice,  respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Martes, 12 de marzo

IV Semana de Cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, lleva a tu vida la oración.)


Evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

   Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betseda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

   Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

   Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

—«¿Quieres quedar sano?»

   El enfermo le contestó:

—«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.»

   Jesús le dice:

—«Levántate, toma tu camilla y echa a andar.»

   Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

   Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

—«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.»

   Él les contestó:

—«El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.»

   Ellos le preguntaron:

—«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»

   Pero el que habla quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado.

   Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

—«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.»

   Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

   Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacia tales cosas en sábado.


Pistas: Un hombre lleva 38 años esperando un milagro en una piscina cercana al Templo. Según la creencia popular, cuando se movía el agua el primero que descendía a la piscina quedaba sanado de cualquier enfermedad. No debemos pensar que esta creencia fuera cierta, pero el paralítico al que sanó Jesús y los que estaban allí sí lo creían.

      Jesús ve a este hombre que sufre y le ofrece salvación: “¿Quieres quedar sano?”. Y el encuentro con Jesús basta. Ya no es una lotería o una lucha por los favores de Dios. Es Jesús, el único en quien hay salvación, y su autoridad es tal que este hombre no duda y es sanado. La presencia de Jesús sana y salva. Encontramos hoy una nueva invitación a crecer en la fe. 

      Los judíos lo ven después llevando la camilla en sábado, el día del descanso, y se lo recriminan. Él ni siquiera sabe el nombre de quien lo sanó. Es curioso que aquellos que no se preocuparon por él cuando estaba enfermo y postrado, sí lo hagan ahora para atacar a Jesús. No les importa la persona, sólo la literalidad de la ley -sin entrar en su espíritu-, la tradición y la religiosidad. Tal vez esto nos pueda hacer pensar también en cómo vivimos nuestra fe y nuestra religiosidad.

     El hombre curado vuelve a encontrarse con Jesús, que le advierte que necesita cambiar de vida. No vale sólo con la sanación física o con un fogonazo de fe. ¿Cómo estamos viviendo la fe? ¿Es sólo un consuelo, un querer sentirnos bien? ¿Cogemos sólo lo que nos interesa? Pues no basta. Es necesario cambiar.

     Este Evangelio nos puede dejar una sensación extraña: ¿Por qué decidió Jesús sanar a aquel paralítico? El enfermo ni sabía quién era Jesús, ni tampoco esperaba nada de Él. Además, una vez sanado, le tuvo que advertir que no siguiera viviendo de la misma manera. Parece que realmente no quería cambiar. Y su actitud ante los judíos sólo sirvió para causar problemas a Jesús. Entonces ¿por qué lo sanó? ¿qué vio en él? La respuesta es el amor y la misericordia de Jesús. Por él, por ti, por mí… El mismo amor que le llevará a morir en la Cruz para ofrecer la salvación a todos.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Lunes, 11 de marzo

IV semana de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Actúa, llévalo a tu vida)


Evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.»

   Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque hablan visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos hablan ido a la fiesta.

   Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde habla convertido el agua en vino.

   Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

   Jesús le dijo: «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.»

   El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño.»

   Jesús le contesta: «Anda, tu hijo está curado.»

   El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Hoy a la una lo dejó la fiebre.»

   El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia.

   Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


Pistas: Vamos a fijarnos en la fe del funcionario. Primero busca a Jesús porque le necesita. Jesús no quiere una fe así. Le da una respuesta que parece un rechazo (parecida a la que dio a su madre en las bodas de Caná). Pero le hace reaccionar, insistir. 

   A veces los reveses, las contrariedades, nos ayudan a perseverar. Jesús no lo desprecia, sino que le hace avanzar. La verdadera fe no es conseguir lo que en un principio tenemos planeado (que Jesús fuese con él a su casa), sino fiarse de Jesús, confiar en Él y en su palabra. Y a pesar de que la respuesta no es la que esperaba, él cree (como hizo María mandando a los sirvientes hacer lo que Jesús les dijera). Cree en Jesús y en su poder. En medio de las dificultades, acercarse a Jesús, encontrarse con Él, puede lograr cosas extraordinarias.

   Fíjate también cómo el funcionario creyó y se puso en camino. Puedes imaginarlo bajando a Cafarnaún, a su casa, con la esperanza de la fe y la incertidumbre de las dudas. Un camino hecho sin más ayuda que la fe en la palabra de Jesús. No sabe si su hijo está curado, no lleva a Jesús con él. Tampoco se ha quedado a obligar a Jesús a que baje con él. ¿Qué vería en Jesús para fiarse? ¿Qué pensaría por el camino? ¿Y si llega a casa y no está curado su hijo? Ha quemado las naves. No podrá ya hacer nada más por su hijo. Esa es fe de verdad. Eso es creer en la palabra de Jesús y aceptarla.

   La vida es un camino de Caná a Cafarnaún, como hizo el funcionario real. Al llegar se comprueba que hicimos bien fiándonos, creyendo. Pero sólo se llega a la meta, sólo se ve que merece la pena, si fiándote de Jesús y aceptando sus palabras te pones a caminar. Entonces verás. Y no siempre será por el camino que esperabas.

   Y, por último, ¿cuánto podemos ayudar a las personas que nos rodean dando testimonio de lo que Dios hace por nosotros? Hablamos muy poco de estos temas, pero seguro que alguna vez has experimentado la ayuda de Dios, has visto un pequeño o gran milagro en tu vida, has orado y has tenido paz, has pedido algo y sucedió. Otras veces, no del modo que tú esperabas, pero viviste la situación con paz o con unas fuerzas nuevas… Compártelo, porque la fe también es contagiosa y puedes ayudar a tener el regalo de la fe a los tuyos. 

    Deja que la Palabra de hoy dé luz a tu fe, a tus necesidades y recoge la invitación de este Evangelio a fiarte de Él y seguir en camino.


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Domingo, 10 de marzo

IV semana de cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Juan 3, 14-21.

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:

—Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

   Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

   Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

   El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

   Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

   Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

   En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Pistas: El pueblo huye de Egipto camino de la tierra prometida, es un camino duro para salir de la esclavitud y alcanzar la promesa. Y por el camino una plaga de serpientes venenosas atacan al pueblo y muchos mueren. Dios manda a Moisés construir una serpiente de bronce. Todo el que la mire quedará curado. La causa del mal se convierte en remedio de salvación por el poder de Dios. No están preparados para entender, pero Cristo muerto en la cruz, causa de condenación (por el terrible pecado de llevar a Jesús a la Cruz) se convertirá misteriosamente en camino de salvación para los que crean en Jesús. El pecado que cree vencer en la cruz en una cruz será vencido.

   Porque tanto amó Dios al mundo, tanto te amó Dios a ti, que envió a su hijo para darte vida, y vida eterna. Dios te amó primero, antes de que le buscaras, antes de que te dieras cuenta de que le necesitas, Dios quiere hacerse el encontradizo contigo. Quiere salvarte, quiere darte vida plena, eterna, feliz, bienaventurada.

     La luz vence la tiniebla, sólo hay que dejarla brillar. Si dejas a Jesús entrar en tu vida, no hay manera de que esa luz no brille. Sólo déjale de verdad, reza más, ama más, arrepiéntete y confiésate si lo necesitas. No te agarres a la tiniebla, no huyas de la luz, no te vayas a la oscuridad. Acércate a Jesús, su luz es más fuerte y da vida. Es verdad que a veces, cuando se sale de la oscuridad, la luz duele. Es verdad que iluminar ciertas áreas de tu vida puede dolerte. No te preocupes, la luz de Jesús sana, te llevará a hacer buenas obras, a vivir en la verdad y el bien. ¿No te parece que merece la pena? ¿no te parece el mejor camino? La luz vence, la luz brilla, la luz destruye la tiniebla. 

   Acércate a Jesús y haz un acto de fe, entrégale otra vez tu corazón y tu vida, y confía.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Te envío esta oración que habla de acoger el amor y la luz de Jesús. 

Jesús mío: ayúdame a esparcir tu fragancia

donde quiera que vaya;

inunda mi alma con tu espíritu y tu vida;

penetra todo mi ser y toma de él posesión

de tal manera que mi vida no sea en adelante

sino una irradiación de la tuya.


Quédate en mi corazón en una unión tan íntima

que las almas que tengan contacto con la mía

puedan sentir en mí tu presencia;

y que al mirarme olviden que yo existo

y no piensen sino en Ti.


Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para los otros.

Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti;

ni uno solo de sus rayos será mío.

Te serviré apenas de instrumento

para que Tú ilumines a las almas a través de mí.


Déjame alabarte en la forma que te es más agradable:

llevando mi lámpara encendida

para disipar las sombras

en el camino de otras almas.


Déjame predicar tu nombre sin palabras…

Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción

con la sobrenatural influencia de mis obras,

con la fuerza evidente del amor

que mi corazón siente por Ti.

John Henry Newmann

Sábado, 9 de marzo

III semana de cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."

   El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador."

   Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»


Pistas: Para comprender mejor este Evangelio pensemos quiénes son los destinatarios del mensaje. Aquellos que “teniéndose por justos se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás”.

   Hoy podíamos pensar: “yo, ni robo ni mato, soy mejor que muchos”. O “yo voy a misa y rezo, soy mucho mejor que todos esos…”. O “estoy harto, nadie va a cambiar, yo sé mucho más que todos esos, yo tengo más fe, yo soy mejor”. Y a ti y a mí, que tenemos algo de esto, Jesús nos dedica hoy esta parábola.

   Dos personajes. Un fariseo: alguien “bueno”, cumplidor, que hace lo que tiene que hacer, pero pagado de sí mismo, seguro de su bondad. Sus cumplimientos no le acercan a Dios ni a los demás, todo lo contrario. No busca encontrarse con Dios, sólo decirle y decirse a sí mismo lo bueno que es. Por tanto, ni le escucha, ni establece una relación con Él, ni puede dejarse amar por Dios o experimentar su misericordia. Ni tampoco Dios puede darle luz para que cambie las cosas que hace mal… Tampoco es capaz de acercarse a los demás. Se siente por encima, mejor que ellos.

   Por otro lado, tenemos al publicano. Piensa en alguien que traiciona y se dedica a trabajar para los enemigos (eso en el fondo eran los publicanos, trabajaban para el Imperio Romano invasor). Pero éste sí establece una relación con Dios ¿Por qué? Porque es capaz de ser humilde, es decir, de ver la verdad de sí mismo. Es un pecador. Cree que no merece la compasión de Dios. Pero éste será enaltecido ¿Qué quiere decir esto? Que Dios lo va a levantar de la mentira en la que vive. Tendrá que cambiar de vida, claro… no queda justificado porque pueda seguir siendo un pecador. Si establece una relación con Dios su vida cambiará, seguirá pecando y cayendo, pero Dios lo levantará cada vez.

   Ahora mira a tu vida ¿qué tienes de cada uno de los personajes de la parábola? ¿qué te está diciendo Dios en su Palabra?


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.  


Viernes, 8 de marzo

Semana III de cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»

   Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.»

   El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»

   Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Pistas: La religión judía tenía muchos preceptos y normas. Nuestra sociedad, que quiere defender una libertad absoluta, muchas veces cae en la contradicción de querer hacernos vivir a todos del mismo modo. Todos estamos metidos en la rueda del consumo y la apariencia… Pero ¿qué es lo más importante? ¿qué es lo primero que deberíamos hacer?

   Jesús nos da la respuesta. Puedes examinar tu vida a la luz del Evangelio de hoy: ¿cómo está tu amor a Dios? ¿le escuchas? ¿es tu único Señor? ¿le amas con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser? ¿y al prójimo? ¿y a ti mismo?

   Éste es el camino para entrar en el Reino de Dios que Jesús vino a traer. Y como vamos descubriendo en la Palabra de Dios, el amor que Dios nos tiene, el amor a Dios y el amor al prójimo, van unidos.

   Si quieres amar, llénate del amor de Dios. Pide el Espíritu Santo. Si quieres tener fe y vivir como discípulo, ama y lleva a tu vida lo que esto implica.

   ¿Qué debe ser lo principal en tu vida? Relee el Evangelio y reza.  

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


Jueves, 7 de marzo

Semana III de cuaresma

(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 11, 14-23

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»

   Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

   Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.

   El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.»

Pistas: Quizás nos parezca que el demonio es una cosa del pasado. Pero el Evangelio enseña que hay que tener en cuenta su existencia. No para tener miedo o para obsesionarse, sino para saber que no podemos relajarnos en nuestra lucha contra el mal y el pecado. Y que donde está Jesús, el demonio, el mal y el pecado huyen; pero también ataca intentando apartarnos de Jesús, a veces de modo evidente y otras de modo más sutil.

      Jesús es el fuerte que guarda la casa de tu vida y si Él está, nada ni nadie podrá asaltarte ni vencerte. Pero las medias tintas no sirven con Él, sólo son un engaño. 

   Qué frase tan aparentemente extraña la de “el que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama”. Un poco del mundo, un poco de Jesús… ¿Para unas cosas que mande Jesús, pero para otras dejo la puerta abierta a la tentación y al mal?... Cuidado, porque la tibieza debilita. Es un autoengaño revestido de aparente fortaleza y deja abierta la puerta a lo que te perjudica y a causar sufrimiento a otros.

     Jesús expulsa a los demonios con el dedo de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo, y eso significa que el Reino de Dios ha llegado a tu vida. Que te ha salvado y que tu vida ha cambiado y tus obras son las del Espíritu. Así que, ármate del poder del Espíritu Santo, vive como discípulo de Jesús, y el diablo no tendrá poder en tu vida. Intentará tentarte, derrotarte, confundirte, pero si el fuerte, Jesús, está en ti, nada podrá hacer.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Miércoles, 6 de marzo

Semana III de cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

Pistas: San Agustín resumía los mandamientos en una frase: “ama y haz lo que quieras”. Podemos tener la tentación de pensar que eso significa vivir sin normas, guiados por un amor egoísta, por nuestros propios intereses.

      Pero amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo implica un determinado estilo de vida. Significa saber conducirse en la vida, restar fuerza a la tentación, tener más fácil vencer el pecado y multiplicar la acción del Espíritu Santo. Porque, piénsalo: ¿Cómo vas a amar si no realizas las obras del amor? ¿cómo vas a ser fiel a Jesús si no vives como Él enseña? Y de eso va la Ley, los mandamientos, la moral que enseña Jesús.

     Por eso, “ama y haz lo que quieras” supone que, si amas, sabrás el camino para ser discípulo de Jesús. Querrás lo que “tienes que” querer. Amarás lo que el Espíritu Santo te lleva a querer: la voluntad de Dios.

      Revisa en esta cuaresma cómo va tu fidelidad a Dios en lo concreto. Haz un buen examen de conciencia y si lo necesitas busca un sacerdote, pídele perdón a Dios, deja que el amor y la misericordia de Dios te lleven a vivir como exige la fe en Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.



Martes, 5 de marzo 

Semana III del tiempo ordinario 


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele oh al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

   Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes."  El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

   Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Pistas: Pedro, igual que hacemos nosotros también muchas veces en la vida, busca encontrar unos mínimos con los que cumplir y poder quedar satisfecho e incluso juzgar a los que no lo hacen. ¿Cuántas veces hay que perdonar? ¿Cuántas veces tengo que hacer las cosas bien, aunque los demás las hagan mal o no las merezcan? ¿Cuántas veces tengo que amar al que no me ama? ¿Si lo hago un número de veces, seré mejor que los demás?

     El estilo de vida de Jesús es el reto. Ser como Él, amar como Él, vivir como Él. Y por eso un cristiano no puede aceptar una vida mediocre (necesita convertirse cada día de sus pecados) porque quiere vivir en el amor y seguir a Jesús. Ni puede conformarse con una sociedad injusta, ni con una Iglesia o una comunidad de mero cumplimiento. Tiene que luchar –como lo haría Jesús- porque su propia vida y lo que le rodea cambie con la fuerza del Espíritu Santo.

     Pregúntate sobre el perdón en tu vida ¿Guardo rencor en mi corazón hacia alguien? Se trata de descubrir lo que hace Dios contigo, que te ama y perdona incondicionalmente y siempre. Si Dios te ama de este modo ¿qué debes hacer con los demás? No se trata de perdonar de boquilla, sino “de corazón”. Esto no quiere decir sentirlo, quiere decir elegirlo, optar por vivir siempre en el amor y el perdón. Quiere decir que en lo profundo de tu ser, allí donde se toman las decisiones (aunque a veces haya que luchar contra lo que puedas sentir) tú eliges amar y perdonar siempre y a todos.

   Con la fuerza del Espíritu Santo ¿eliges cumplir y buscar mínimos o eliges la vida en el Espíritu: amar y perdonar?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Lunes, 4 de marzo

Semana III de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 4, 24-30

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»

   Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Pistas: Jesús había leído en la sinagoga este texto del profeta Isaías: "El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor." Y afirma que esto se cumple en Él. No termina de leer el pasaje que anuncia “un día de venganza de nuestro Dios” (Is 61,2).

   Pero aunque Jesús realiza signos que confirman la Palabra, no le creen. No son capaces de aceptar el Evangelio de Jesús. Dios ofrece su salvación a todos. Y su invitación es a vivir en el amor y la misericordia. 

   Para hacerles reflexionar utiliza dos hechos muy conocidos del Antiguo Testamento en los que dos extranjeros reciben la ayuda de Dios. Pero esto les enfada aún más. De nuevo la ideología, la cerrazón, la tradición, la política… se anteponen a la verdad. No les importa quién es Jesús o si su mensaje es verdad. No están dispuestos a dejar que Jesús rompa sus esquemas, su forma de vida o cambie su manera de pensar.

      Para nosotros hoy sigue siendo válida la buena noticia de Jesús: Él trae la salvación de Dios a todos, especialmente a los más débiles, pobres o perdidos. Así que, si muchas veces te sientes pecador, indigno e incluso extranjero, si piensas que esto no es para ti, estás de enhorabuena. Porque precisamente para ti es el mensaje de Jesús. Por el contrario, si estás acomodado, si el mensaje de Jesús no te remueve e interpela, si te crees merecedor de la salvación de Dios y mejor que los demás, necesitas pararte ante Jesús y ver la verdad de quién eres y de lo que Jesús te ofrece.

  ¿Quieres conocer de verdad a Jesús? Vence tus prejuicios, intereses y egoísmos y acércate a Él.  

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Domingo, 3 de marzo

Domingo III de Cuaresma, ciclo b.


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Juan 2, 13-25.

En aquel tiempo se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «el celo de tu casa me devora».

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:¿Qué signos nos muestras para obrar así?

Jesús contestó: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Pistas: En la religión judía se hacían sacrificios de animales, por eso los vendían en el templo. Resultaba mucho más cómodo comprar el animal en el mercado que los sacerdotes controlaban, porque esto garantizaba que el animal había sido declarado apto para el sacrificio.

    El lugar dentro del templo en donde habían colocado este mercado, era el "atrio de los gentiles". Una gran explanada rodeada de hermosos pórticos dentro del recinto del templo y el único lugar al que los gentiles podían acceder. Pero el sumo sacerdote y sus hijos estaban usando esta parte del templo para sus propósitos, privando a los gentiles de la oportunidad de conocer a Dios. Además los cambistas daban la moneda del templo a cambio de la romana y se llevaban una comisión. El negocio beneficiaba a todos y la clase sacerdotal del templo, y sus amigos, se enriquecían.

Jesús anuncia otro modo de acercarse a Dios, en espíritu y verdad. Ya no será necesario el templo, ni sacrificios de animales. Además, denuncia cómo se ha tergiversado y perdido valor la auténtica religiosidad judía. Y realiza este poderoso signo: expulsa a los vendedores y vuelca las mesas de los cambistas. El enfrentamiento irá creciendo porque Jesús hace peligrar su modo de vida. Aquel lugar debía ser de encuentro con Dios y no lo era.

Jesús dará un paso más, el templo será Él mismo que se convertirá en el camino para acercarse a Dios, en el último y único sacrificio que limpia del pecado y da vida.

El templo es un signo. Tiene que ser el lugar de encuentro con Dios. No un mercado o un negocio. El signo de Jesús es decir que Él es el templo. Y señalar a su muerte y resurrección. 

En una lectura espiritual el templo es el lugar del encuentro con Dios. Hoy ese templo es la Iglesia y también tu corazón. La comunidad y cada uno de los bautizados, porque ahí está Jesús vivo y resucitado. Somos templos, la iglesia es templo.

¿Cómo está la Iglesia? ¿hoy Jesús expulsaría lo que no debiera estar ahí y es obstáculo para que otros se encuentren con Él?

Miremos nuestra parroquia, la comunidad que yo formo, ¿soy como esa clase sacerdotal acomodada o, por el contrario, como los discípulos de Jesús: miro a Jesús, le sigo, le amo, le escucho, me dejo transformar por él? 

Y mira también ahora tu corazón. Es tiempo de cuaresma, tiempo de sacar lo que no tiene que estar en el templo de tu corazón. Es tiempo de que Jesús entre todavía más profundo en ti, con todo su poder. Déjale entrar, a cada rincón. Va a ver tu bondad, tu amor, tu esfuerzo, tu entrega… y también miseria, debilidad, vergüenza. Pídele que entre y que con su presencia lo renueve todo. 

La Iglesia, tu corazón, solo serán templos si está el que es el verdadero templo: Jesús. Pídele que ocupe su lugar en nuestra parroquia, en la comunidad que construimos juntos y en tu vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Sábado, 2 de marzo

II Semana de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

 —«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»

 Jesús les dijo esta parábola:

 —«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."

Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

   Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad enseguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete.

   Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."

   El padre le dijo: "Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»

Pistas: Jesús acoge a pecadores y come con ellos. Y esto es causa de escándalo para la gente de su tiempo. Murmuran de Él. A lo que Jesús responde con la parábola que acabas de leer.

   En esta historia hay tres personajes. Los dos hijos buscan la felicidad. Cada uno a su manera. El joven se va lejos, derrocha sus bienes, “disfruta de la vida”, y sólo logra insatisfacción y vacío. Se queda sin nada. Pasa hambre. Lo que el padre le dio lo pierde. Llega hasta un límite tal que quiere pedir perdón, volver a casa, pero sin esperanzas de ser quien era. El mayor se queda en casa del padre, pero tampoco es feliz. Parece que está amargado. Tiene cosas que reprochar al padre. Está en casa, pero no siente que sea su casa. Y cuando su hermano vuelve le juzga y tal vez se sienta un poco resentido pensando en que el otro ha "vivido" pero él ha renunciado a muchas cosas. Y el padre de la parábola es amor y misericordia. Al hijo pequeño descarriado no solo no le echa nada en cara, sino que le hace recuperar su dignidad de hijo (eso significa la ropa, el anillo, la fiesta). Porque vuelve a estar en el hogar. Al hijo mayor intenta enseñarle a ser como él, que aprenda a amar y ser misericordioso, que descubra las riquezas que quiere compartir con él.

   Imagínate qué sienten estos personajes, qué buscan. Ilumina tu propia vida con cada uno de ellos. En muchas ocasiones te parecerás a alguno de los hijos: El inconsciente que busca la felicidad donde no la puede encontrar y termina vacío y desesperado. El que cumple pero no es feliz y juzga, está en casa (en la Iglesia) pero no disfruta. En otros aspectos te sentirás llamado a acercarte al padre, a Dios y encontrar en Él lo que puede llenar tu vacío y tu búsqueda. A veces tendrás que ser imagen del Padre para otros, reflejar a Jesús, para que puedan encontrar el rostro misericordioso de Dios los que están perdidos buscando la felicidad donde no la pueden encontrar. Y que puedan sentir su abrazo, sin reproches, que puedan recobrar su dignidad.

   El padre, los hijos pequeño y mayor, el hogar, saciarse, ser feliz, el perdón, el amor, la misericordia… Esta parábola da mucho juego y nos debe hacer replantearnos ciertas actitudes en las que podemos sentirnos reflejados. Deja hoy que la Palabra de Dios te hable, y reza.  

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 



Viernes, 1 de marzo

II Semana de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.

   Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.

   Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo."

Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia."

   Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.

   Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»

   Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»

   Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»

   Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba ellos.

   Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.

Pistas: El enfrentamiento entre Jesús y las autoridades religiosas y políticas judías aumenta. Les acusa de apropiarse lo que no es suyo (los labradores). Rechazan a los que el dueño de la viña (el Padre) había enviado, es decir, a los profetas. También rechazan al hijo, Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Lo matarán. 

   Han perdido la perspectiva. No les importa Dios, sólo la viña y sus intereses. Los podrían acusar cuando acaben con Jesús: “hará morir de mala muerte a esos malvados…”. Sin embargo, Jesús les dará hasta el final la oportunidad para reconocer quién es. Pero ellos no lo aceptan. Su mensaje los pone al descubierto y ven amenazado el poder que ejercen sobre el pueblo y su estilo de vida. Quieren cautivo al que viene a liberar.

   Jesús resucitará. En su entrega por amor, en la cruz, en la muerte, en ser la piedra desechada, todo se hace nuevo. Resucitado es la piedra angular. Y todo tiene sentido porque Él está vivo, la muerte vencida, el mal derrotado.

   Jesús hace nuevas las cosas. Los judíos no fueron capaces de entenderlo y al final el cristianismo (que comenzó siendo una corriente dentro del judaísmo) tiene que convertirse en algo distinto.

   Nosotros tenemos que ser el pueblo que da fruto, que vive el Reino como Jesús lo anunció. Por eso este tiempo de cuaresma es tan importante para los cristianos. Nos tiene que hacer revisar nuestra vida personal y comunitaria. ¿Soy ese pueblo que da gloria a Dios, que acoge al Hijo, que da fruto a su tiempo…? ¿o soy los criados interesados, que abusan, que buscan su interés, que no les importa Dios ni la verdad?

   Da igual lo que diga el mundo, da igual que Jesús sea rechazado, que le demos la espalda… Él es el único que puede sostener y darle sentido a tu vida, a la Iglesia y al mundo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


Jueves, 29 de febrero

II semana de cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

   Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas."

     Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."

    El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.

     Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."

     El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán."

     Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”»

Pistas: Jesús se dirige con esta parábola a los fariseos, que se creen mejores que los demás. Los critica porque están equivocados en su manera de vivir la fe en Dios, poniendo los puestos, la apariencia, el cumplimiento, por delante de un auténtico amor a Dios y al prójimo. 

   Un rico que vive muy bien, y un pobre a su puerta. Si miramos a nuestro mundo también encontramos ricos que vivimos muy bien, y otras muchas personas que viven muy mal a nuestra puerta, en nuestras ciudades, en nuestras fronteras. Y un elemento común con Epulón es que nos dan igual los lázaros, casi ni los vemos, o los vemos un momento, pero luego seguimos con nuestras cosas y “banqueteando espléndidamente” o todo lo espléndidamente que podemos.

   Jesús enseña hoy que de la actitud que tengamos hacia el otro dependerá nuestra salvación. Una fe sin amor ¿de qué sirve? ¿no nos convierte en fariseos? Una religiosidad sin ver al prójimo que me necesita, sin ponerme en el lugar del otro ¿servirá para algo? 

    La cuaresma nos invita a mirar como Jesús miraba, a ver las necesidades que nos rodean y a comprometernos. Nos invita a ser capaces de ponernos en la piel del otro. Esto es dar limosna. 

       Mira a tu alrededor ¿hay algún lázaro? ¿te pareces al ciego Epulón que no veía al que se moría a la puerta de su casa?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Miércoles 28 de febrero

II semana de cuaresma


(Recuerda: 1. Pide el Espíritu Santo 2. Lee despacio y entiende 3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, lleva a tu vida la oración)

Evangelio según san Mateo 20, 17-28 

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» 

   Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?» 

   Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda'> 

   Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» 

   Contestaron: «Lo somos.» 

   El les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» 

   Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. 

   Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Pistas: “No será así entre vosotros”. Jesús anuncia su muerte. Y la reacción de la comunidad que está creando es la contraria a todo lo que Él les ha enseñado. Se preocupan por los puestos, los honores, los privilegios y discuten entre ellos. 

   “No será así entre vosotros” ¿Qué camino elegís? ¿el de los tiranos y los opresores? ¿o el del servicio y la entrega? Esto no es una teoría bonita, es la consecuencia de seguir a Jesús, que obedece al Padre hasta entregar la vida por amor y fidelidad a Él. 

   ¿Qué iglesia construyes? ¿qué tipo de cristianismo vives? El camino es hacerse el servidor de todos, entregar la vida por los demás. ¿Qué mirada se encuentra alguien nuevo y diferente cuando llega a tu parroquia o a tu grupo? o tú, si quieres seguir a Jesús ¿cómo vives la fe? 

   Jesús va delante. Él nos enseña el camino del amor y la entrega. Pasa muchas veces por la cruz, la muerte, la injusticia y las dificultades, pero siempre termina en la victoria de la resurrección. Y lo que parecía que no puede tener solución, se convierte en victoria. 

   “No será así entre vosotros”. Jesús marca la diferencia, y si quieres ser discípulo suyo te invita a ir a contracorriente para ganar la verdadera vida, ser grande, hacer que merezca la pena. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.


Martes, 27 de febrero

II Semana de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

   «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.

   Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

   Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

   Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.

   Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

   No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.

   El primero entre vosotros será vuestro servidor.

   El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Pistas: "Qué caña da Jesús a los estirados, a los creídos de los fariseos. Si hoy pillase a fulanito y menganito...". ¿Has pensado así al leer este Evangelio? Léelo mejor pensando en ti y en el tipo de Iglesia que construyes. Da igual lo que hagan los demás, cada uno dará cuentas de lo que ha construido en su vida y en su comunidad, en su familia, en el trocito de sociedad en el que puede influir. 

    Es verdad que hay personas como aquellos fariseos que pierden de vista el fondo y se quedan en el cumplimiento, y machacan a las personas con cargas. En nuestro tiempo tal vez muchos presentando un mensaje descafeinado, mundano... Al final, la búsqueda es la misma: el propio interés, el poder, la imagen. Se cuelan el orgullo y la soberbia. Los éxitos humanos. El número de seguidores en la red social, si eres alguien con responsabilidad en la Iglesia, tener un poco más de éxito que los de al lado... Por ahí van los tiros de la crítica de Jesús.

     Si quieres vivir como discípulo suyo, huye de las apariencias, del interés, del orgullo y la soberbia y elige su camino: el de la entrega, el amor, la verdad.

     Si quieres llevar este Evangelio a tu vida, hazte estas preguntas: ¿qué buscas en la Iglesia? ¿qué buscas en la fe? Honores, reconocimientos, palmaditas en la espalda, ser maestro, padre, consejero…  ¿o buscas a Jesús, buscas amar, buscas la verdad?

     Si quieres ser grande, hazte el servidor de todos (no está de moda, pero es el camino). Si quieres ser enaltecido, sé humilde, vive en la verdad, en la entrega, sin intereses, sin protagonismos, sin autoengaños.

     Esto es posible sólo con la fuerza del Espíritu Santo. De lo contrario acabarás sufriendo porque no te valoran, no llegas a ocupar el puesto que quieres en la Iglesia… o acabarás siendo como los fariseos y los letrados que se construyen una fe a la medida de sus intereses. La verdad, la humildad, el amor, el servicio son el camino para ir con Jesús, ser feliz y construir su Reino. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Lunes, 26 de febrero

II Semana de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

   La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

Pistas: El Evangelio de hoy nos presenta actitudes como la compasión, no juzgar, no condenar, el perdón, la generosidad… Y nos da la medida con la que practicar estas actitudes. La medida es Jesús. Cómo amó, cómo tuvo compasión, cómo se relacionó con el prójimo…

    Por eso, si quieres ser discípulo de Jesús, no vale una religión de mínimos y cumplimiento. Ni una vida mediocre. La propuesta de Jesús es la vida en el Espíritu Santo, la vida a la medida de la que llevó Él. Sólo así podrás abrirte al amor transformador de Dios. 

   ¿Cómo vas a permitir que Dios te ame, te salve, te perdone, se dé a ti y te dé todo lo que necesitas, si cierras tu corazón a vivir lo que Él te regala? Lo que Jesús propone es ser perfectos como el Padre es perfecto. Su amor te hará capaz.

    La medida de la gracia de Dios no es cualquier cosa. Siempre superará lo que esperas. Dios siempre te dará más. Y la clave es entrar en la dinámica de su amor. Amar, perdonar, no juzgar.... Si lo practicas día a día la gracia de Dios crecerá en ti y dará más fruto. Pero si amas tacañamente, si juzgas, si no perdonas ¿cómo podrás acoger esa gracia de Dios?

   La medida es el amor de Dios. ¿Te atreves a vivir en el amor?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.



Domingo, 25 de febrero

Domingo II de Cuaresma, ciclo b.


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 9, 1-9.

En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

   Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

—Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

   Estaban asustados y no sabía lo que decía.

   Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

—Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

   De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

   Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

   Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Pistas: Los Apóstoles y los discípulos más cercanos de Jesús le reconocían como el Mesías esperado, el Hijo del Dios vivo. Pero había una fuerte corriente que esperaba un Mesías político, revolucionario, que estableciese un reino terreno. Y entonces Jesús les anuncia que va a tomar el camino del sufrimiento y la muerte como el único medio posible para establecer el reino de Dios:«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».

Y les invita a seguir el mismo camino: "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará".

   Ven la dureza del camino que tienen por delante, han intuido quién es Jesús, pero todavía les queda mucho por descubrir. Y ahora, Jesús, quiere regalarles una experiencia que les afiance. Va a mostrarles la gloria de su divinidad. Ellos ya saben que Dios está con Jesús, creen en él, han visto su poder, sus milagros, su autoridad al hablar. Pero esto es algo nuevo.

   Hoy te voy a proponer un ejercicio. Perro antes, un par de aclaraciones: la montaña para un judío es el lugar de las teofanías (cuando Dios se manifiesta, como lo hizo con Moisés al darle la ley). Moisés y Elías representan el Antiguo Testamento, la ley y los profetas, lo que Dios reveló de sí mismo y de la historia antes de Jesús. La nube es también un signo de la presencia de Dios...   

   Ahora te invito a que imagines. Somos Juan, Santiago y Pedro, y Jesús nos lleva con él a lo alto de un monte. El ambiente cambia, de repente Jesús se transfigura. Es el mismo pero no se ve del mismo modo. Una luz blanca, cegadora, y Jesús muestra la gloria de su divinidad. Aparecen Elías y Moisés conversando con Él. Es toda la tradición de los profetas y la ley, todo lo que Dios ha revelado. Elías el profeta más grande, Moisés el legislador. Y Jesús no se equivoca, cumple lo prometido, pero de un modo que ellos no alcanzan a entender... Y, por fin, qué bien se está aquí contemplando la gloria de Jesús y entendiendo quién es. Quedémonos en la paz de este momento…

   Pero no puedes quedarte ahí para siempre, es un regalo, un ancla, un cimiento. 

   Tú como ellos (no sabían lo que decían) necesitas entender. ¿Para qué fue ese momento? ¿para qué son esos momentos de luz y de paz, de claridad y de fe en tu vida? Nos narra el Evangelio: “Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.” Para que sigamos a Jesús. Para que le descubramos como el Hijo amado de Dios. Para que tu fe se afiance. Y cuando tengas que bajar a la rutina, a la dificultad, a la cruz, a la alegría o la tristeza, la aceptación o la persecución... Pase lo que pase, sepas qué hacer: seguir la voz de Jesús. Aprende de él. Si viene cruz ¿qué hizo Jesús? Si viene alegría ¿qué hizo Jesús? Si tus enemigos te atacan ¿qué hizo Jesús?... porque Él hizo lo que enseñó. Escúchale, aprende, síguele... 

Relee el Evangelio, imagina, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 



Sábado, 24 de febrero

I Semana de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo.

   Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

   Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Pistas: Jesús habla sobre el amor al prójimo, no como un sentimiento, sino como una elección. La de ser como Él, que en la cruz dirá: “Padre, perdónales”. Y así nos descubre un camino de perfección: parecernos al Padre. Y esto sólo será posible llenándonos del Espíritu Santo. Por eso, intensifica tu vida de oración, esfuérzate por entregarte a Dios venciéndote a ti mismo y al releer este Evangelio aterrízalo en la realidad de tu vida.

    Respecto a las situaciones concretas que estás viviendo: ¿Cómo amas? ¿a quién amas? Jesús dice que hay que amar a los enemigos y orar por los que te persiguen. ¿Tienes enemigos? ¿hay gente que quiere hacerte daño o que te desprecian o no te valoran? ¿alguien quiere destruir tu trabajo? ¿recibes críticas por tus creencias? ¿te sientes perseguido? Pon nombres y caras a lo que estás leyendo. Y piensa qué te dice Jesús.

    Ama, porque Dios te ama a ti, que eres pecador, que muchas veces haces las cosas mal. Dios es amor y te invita a vivir en la perfección de su amor. ¿Quieres una vida extraordinaria? Confíale lo que eres y pídele que te llene de su amor.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 


Viernes, 23 de febrero 

Semana I de Cuaresma


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.

   Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

   Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»

Pistas: Habéis oído que se dijo... pero yo os digo. 

   Jesús lleva a otro nivel los mandamientos. No basta cumplirlos superficialmente, externamente... tiene que ser de corazón. Y eso sólo es posible si Dios nos regala un corazón nuevo. No se trata de tener razón, de ser mejor... No puedes dejar un resquicio al rencor, al odio, a la indiferencia. Tienes que aprender a amar incluso al enemigo.

     El Evangelio de hoy nos enseña que es necesario recorrer el camino de la misericordia, del perdón, del amor al prójimo, para poder acercarse a Dios. El odio, el rencor, la envidia, la falta de perdón, son una mochila pesada que hace sufrir. Son pesos que te dejan anclado en el pasado y hacen difícil acercarse a Dios, que es misericordia y amor. Por ello, para vivir la fe, es necesario librarse de esa mochila, perdonar, amar, olvidar, y así poder seguir adelante. Sólo de este modo podrás llevar tu ofrenda al altar, podrás entrar en la presencia de Dios, serás libre en su amor. 

     Es el mandamiento del amor. Cuando tengas dudas pregúntate ¿cómo actuaría Jesús? ¿cómo me mandaría Jesús actuar en esta situación? y pídele su fuerza para amar, para perdonar y ser libre. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 




Jueves, 22 de febrero

Cátedra de San Pedro, apóstol


(Recuerda:1. Pide el Espíritu Santo2. Lee despacio y entiende3. Medita qué te dice la Palabra de Dios4. Ora, respóndele al Señor5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

   Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»

   Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

   Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

   Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

   Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Pistas: Regresamos hoy a este pasaje. ¿Quién es Jesús? 

   Es la pregunta esencial de nuestra fe. Si eres cristiano, deberías ser un especialista en Jesús... si no, sólo lo estás viviendo superficialmente. 

   Puede que te pase como a los discípulos de hoy. Creían saber quién es Jesús y cómo es, sabían muchas cosas, pero les quedaba mucho camino por recorrer. Justo después de este momento, Jesús empieza a anunciar su muerte en la Cruz y Pedro le reprende porque tenía otra idea de un Mesías. 

   Conocer verdaderamente a Jesús es un don. Es algo que viene del cielo... Por eso, la fe necesita ese chispazo sobrenatural. No es algo sólo de nuestra cabeza o de nuestro interior. Por eso, hay que pedirlo, hay que ponerse a tiro para poder recorrer ese camino con Jesús. 

   Y sucede algo curioso. Cuanto más descubres de Jesús, más sabes de ti mismo y de tu lugar en este mundo. Coge la vida de cualquier santo y verás cómo es así. Y si llevas un camino recorrido con Jesús habrás experimentado también esto. Un momento de lucidez en el que conoces mejor quién eres,  en el que se da una conversión, una llamada, una misión.... 

   Ese es el final del pasaje que has leído hoy. Jesús explicándole a Pedro la misión que tiene por delante. Además, estos versículos son muy importantes para comprender la Iglesia Católica. Pedro, por decirlo de manera simple, recibe el poder y la misión de ser el Papa, aunque todavía no lo sabe. 

   Elige alguna de las ideas del texto y reza con ellas, puedes preguntarte cómo va tu relación con Jesús. Acércate a Él en oración. Pregúntale por dónde quiere que vaya tu vida, si tienes que tomar decisiones. Puedes rezar por la Iglesia, por el Papa, por las personas que están buscando su camino... Deja que la Palabra de Dios te inspire y ora. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 



Miércoles, 21 de febrero 

I Semana de Cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:

   «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

   La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

   Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Pistas: Jonás es un personaje del Antiguo Testamento que aquí tiene un doble significado. Por un lado, el signo de la resurrección de Jesús: “Porque si tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de la ballena, también tres días y tres noches estará este Hombre en el seno de la tierra” (Mt 12,40). Y, por otro, la conversión a la que Jesús invita. Como Jonás, gracias a cuya predicación se convirtió la ciudad de Nínive, la cita de Jesús va en la línea de esa apertura que quiere mostrar. Dios es compasivo y misericordioso con todo el que se acerca a Él. Es más, Jesús transparenta el rostro misericordioso de Dios, como vamos a seguir viendo en esta cuaresma. Y el que se acerca a Él con fe, encuentra salvación.

    Otro ejemplo que pone Jesús es la "reina del sur" que va buscando sabiduría en tiempos de Salomón (sabiduría que Dios le concedió a este rey que pidió conocer su voluntad y saber gobernar a su pueblo, antes que una larga vida, riquezas o la vida de los enemigos). Jesús es la Sabiduría definitiva, el que revela a Dios de modo pleno, la Palabra de Dios hecha carne… Es el Camino, la Verdad y la Vida.

   ¿Y tú? ¿y tú generación? Jesús es el signo también hoy. Si te acercas a Él podrás comprenderlo y encontrarás salvación. Y tú también (como Jonás) te convertirás en signo para otros porque la salvación de Dios actuará en ti. Y si las personas se encuentran con Él, nuestra sociedad se transformará.

   Cuaresma, un tiempo para cambiar y para acercarte a Jesús. ¿Está cambiando algo en ti en esta cuaresma?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice,  respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.



Martes, 20 de febrero

Semana I de Cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así:  "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno."

    Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Pistas: Ayer el Evangelio nos hablaba de nuestra relación con el prójimo (por qué hacer limosna, por qué dar de lo que tengo, de mi tiempo, mi dinero, mis fuerzas, mis cualidades a los demás) y hoy nos hace revisar nuestra vida de oración. 

      Jesús enseña a sus discípulos a rezar el Padre Nuestro. Pero antes les explica que para dirigirse a Dios no sirven la palabrería, ni quedarse en ritos, formas… porque orar es establecer una relación con Dios. Así lo vivió y enseñó Jesús.

   Reza despacio el Padre Nuestro, parándote a pensar lo que significa cada una de sus expresiones. Si oras de verdad, te crees lo que pides y eso tiene muchas consecuencias para el estilo de vida que tienes que llevar. 

     Llamar a Dios: Padre. Nuestro, no sólo mío. Habla de una visión de la sociedad y de las relaciones entre los hombres. Del cielo, que está por encima de nosotros, que es poderoso, porque es lo que nos trasciende. 

   Tres peticiones relacionadas con Dios: su nombre, su reino y su voluntad. Tres con los hombres: el pan, el perdón y la fuerza para no caer en la tentación. Párate en la que te haga pensar hoy de modo especial o toque tu corazón por la situación que estés viviendo.

   Termina haciendo hincapié en la relación con el prójimo como condición para la relación con Dios. 

   La cuaresma continúa invitándonos a la conversión y a examinar cómo es nuestra relación con el prójimo. Cada vez que rezas el Padre Nuestro le dices a Dios que te perdone como tú perdonas… Y éste puede ser también un terreno para examinar y rezar.

   ¿Eres capaz de perdonar las ofensas, los agravios, lo que te hace daño? Quizás sea un buen propósito para este tiempo.

Vuelve a leer el Evangelio, escucha lo que Dios te dice a través de él y ora, hoy un poco más o un poco mejor para que esta cuaresma de verdad te ayude a cambiar.  



Lunes, 19 de febrero

Semana I de cuaresma


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

   Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."

   Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"

   Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."

   Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis."

   Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?"

   Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo."

   Y éstos Irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Pistas: Jesús enseña a llamar a Dios Padre, enseña que es compasivo y misericordioso. Deja claro que la salvación es para todos, y especialmente para los que están más perdidos, para los pecadores, para los más débiles. Los acoge, les perdona, les llama. Pero a la vez su mensaje es exigente y transformador. Si te encuentras con Jesús, si conoces a Dios, tu vida tiene que cambiar. Tu relación con el mundo y con el prójimo cambiará. Hasta tal punto que Jesús explica que lo que le hacemos a los demás es como si se lo hiciéramos a Él.

    Mientras, nosotros dejamos que miles de personas se mueran de hambre, explotamos los recursos de los países más pobres para poder llevar el estilo de vida que tenemos, miramos para otro lado ante el sufrimiento ajeno... tenemos una doble moral en muchas cosas.

    El mensaje de Jesús es revolucionario. Invita a no vivir en el interés, el egoísmo, el poder… sino a mirar al que tenemos a nuestro lado como nuestro prójimo, sobre todo al que está sufriendo. Así que, si crees que tienes fe, hazte esta pregunta: ¿quién es mi prójimo y cómo lo trato? Jesús dice: “Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, conmigo lo hicisteis”. Porque una fe sin obras es mentira.

   Este tiempo de cuaresma invita a la limosna, que no sólo es lo material (que también), sino un estilo de vida: el de ser capaz de mirar al que tengo al lado, ver lo que necesita y yo puedo ofrecerle. Y hacerlo, no por creerme mejor, sino porque me lo pide el corazón. 

    Somos realmente libres para elegir: amar o no amar, preocuparnos o no hacerlo, ver al que sufre o ignorarlo... y nuestra decisión nos llevará a vivir en el amor y entrar en el Reino de Dios o quedarnos fuera. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.



Domingo, 18 de febrero

Domingo I Cuaresma, ciclo b


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 1, 12-15.

En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto.

Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:

—Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

Pistas: El Espíritu Santo guía a Jesús. Le lleva al desierto. También a nosotros nos empuja a la Cuaresma, tiempo de lucha, de combate contra el mal. Tiempo de aprender de Jesús e ir al desierto, dejar lo que no es necesario y agarrarnos a Dios. 

     No se trata de hacer lo que toca... sino de dejarnos mover por el Espíritu. Ora y mira dentro de ti ¿Qué te está pidiendo Dios en esta Cuaresma?: ¿rezar más? ¿que te preocupes por el prójimo? ¿que aprendas a ser menos materialista? ¿que te venzas a ti mismo y hagas algún sacrificio?... Pídele al Espíritu que te guíe en esta Cuaresma, como a Jesús, para afianzarte en Dios. 

     La lucha: Satanás y los ángeles. Igual que en la vida de cada uno de nosotros: el mal, lo que nos hace sufrir, la gente que no nos quiere o nos ataca, las injusticias, los desprecios, las incomprensiones, las contrariedades de la vida... Y, por otro lado, los que nos ayudan, nos apoyan, nos defienden, nos consuelan... Todo lo bueno, bello y verdadero que hay en nuestra vida, la Iglesia, los hermanos... Satanás y los ángeles. El que quiere destruirnos y los que nos ayudan y protegen. 

    Después de ese tiempo en el desierto, Jesús está listo para la misión. Arrestan a Juan y Él con valentía comienza a predicar: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

     La Buena Noticia es Jesús, que nos enseña el camino, que vencerá al mal, a la muerte, que dará sentido al sufrimiento. Conviértete, acércate a Él y cree, cuida tu fe, pídele fe... Lo que necesites, porque esta buena noticia es también para ti. 

    Elige alguna de las ideas que has leído, u otra que te sugiera el texto, y reza con ella, saca un compromiso para esta cuaresma y como dice Jesús hoy: Conviértete y cree. 

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 



Sábado, 17 de febrero

Sábado después de ceniza


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»

Pistas: Jesús mira más allá de las apariencias. Hoy llama a un publicano (ya sabes que es alguien que trabaja para las autoridades romanas traicionando a su propio pueblo).

   Es probable que la llamada que Jesús le hizo a Leví molestase a todo el mundo: a los romanos porque pierden un colaborador, a los judíos porque no la entienden -y les preocupan las intenciones de Jesús-, a los discípulos de Jesús porque el grupo se hace más complejo (publicanos, zelotes, judíos cumplidores, mujeres... hay de todo). Pero así es el grupo que Jesús crea, en el que hay sitio para todos, también para el que probablemente solo mirase su propio interés y no le importase ni religión, ni pueblo...

   Para comprender el alcance de esta actitud de Jesús tienes que entender que acogiendo a esta gente y llamándola para estar con Él actuaba de un modo completamente distinto al de otros maestros que seleccionaban quiénes les podían seguir. Los que cobraban impuestos para los romanos eran odiados y juzgados como colaboradores del Imperio. Eran considerados traidores, gente sin escrúpulos.

  Jesús no juzga por apariencias, ve el corazón y llama. Tal vez te llame a ti. Y entrará en tu casa. Para un judío eso significaba entrar en comunión contigo. Así que leyendo este Evangelio queda claro: no importa quién hayas sido, lo que hayas hecho, cómo te sientas o cómo estés ahora. Jesús no ha venido a llamar a los que se tienen por justos sino a los pecadores. La llamada a la conversión de este tiempo de cuaresma es también para ti.

   Si ves que necesitas salvación, si no te llena lo que vives, si buscas más pero no sabes lo que es... no te rindas, porque Jesús ha venido a llamar a los pecadores y a los que se sienten perdidos. Por eso, esta cuaresma es un tiempo propicio para acercarte a Jesús. Estés como estés, su llamada es para ti. ¿Le invitarás a entrar en tu casa y a sentarse a tu mesa?  

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.



Viernes, 16 de febrero

Viernes después de ceniza


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.»

Pistas: El ayuno es una práctica común en diferentes religiones como un medio para acercarse a Dios y dominar los propios deseos.

   Vamos a acercarnos brevemente a su visión bíblica. En el libro del Levítico manda dedicar un día al ayuno. Lo llama: El Día de la Expiación. El Antiguo Testamento nos cuenta que frecuentemente se ayunaba sin ningún mandamiento específico, en tiempos de aflicción, colectiva o individualmente. También como una forma de penitencia o de arrepentimiento, para pedir perdón a Dios o ante un peligro inminente. 

   El Nuevo Testamento nos cuenta que Jesús ayunó en muchas ocasiones. Antes de comenzar su vida pública ayunó cuarenta días en el desierto. Y enseña a sus discípulos a ayunar como un medio para vencer al demonio, que unido a la oración da fuerza y poder al que lo realiza. 

   Pero Jesús no quiere que sea algo meramente ritual y obligatorio, sino un acto libre que lleve al hombre a entregarse más a Dios. Por eso, invita a sus discípulos a buscar el momento oportuno para ayunar.

    En la vida de la Iglesia siempre ha tenido importancia esta práctica. El miércoles leíamos que es uno de los tres consejos que nos da la Palabra de Dios para este tiempo: oración, limosna y ayuno.

   Pero ayunar ¿para qué? El ayuno no es magia, no es chantaje. Simplemente es un camino para acercarte más a Dios, para decirle -y decirte a ti mismo- que Dios es más importante que el propio sustento físico, que los deseos o apetencias, para sentir incluso físicamente hambre de Dios, para comprender mejor a los pobres, para compartir lo que ayunamos con ellos.

   Piensa el mejor modo en que puedes hacerlo. La Iglesia aconseja abstenerse de carne los viernes de cuaresma. Se puede hacer una comida y luego las otras a pan y agua, puedes ayunar de algo que te guste... Los santos nos enseñan que es un camino que da mucho fruto ¿Te animas a probarlo?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida


Jueves, 15 de febrero

Jueves después de Ceniza


(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo 

2. Lee despacio y entiende 

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor

5. Llévalo a la vida)


Evangelio según san Lucas 9, 22-25  

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» 

      Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?».


Pistas: Jesús no hace falsas promesas. El camino que propone no es el más fácil, pero es el que salva. El que hace ganar nada menos que la vida, el que conduce a la felicidad. Y no son sólo palabras. Jesús va delante. No oculta el sufrimiento y les anuncia lo que va a suceder. Y hasta que se encuentren con Él resucitado y reciban la fuerza del Espíritu Santo no podrán entender el alcance de estas palabras. 

    Jesús enseña que la salvación pasa por seguirle. Y esto tiene unas condiciones: hay que negarse a uno mismo. Si lo piensas bien, las cosas que merecen la pena siempre requieren esfuerzo. Para lograr lo que es verdaderamente importante en la vida uno necesita luchar, esforzarse, renunciar muchas veces a lo que le apetece por lo que realmente quiere hacer o alcanzar. Los padres que cuidan a sus hijos, el estudiante que quiere aprender de verdad, el trabajador que se esfuerza por lograr sus objetivos, el que está enamorado y lucha por ese amor, el deportista… Negarse a uno mismo es buscar el bien y la verdad por encima del interés. 

    Seguir a Jesús implica también cargar con la cruz de cada día. No vivir instalado en la queja o en la desesperación, sino abrirse a la confianza en Dios que es Padre, que es Amor. Nosotros ya sabemos el desenlace: Dios vence a la muerte, al mal y al pecado. Jesús ya lo hizo por nosotros y Él nos espera al final, en el triunfo definitivo.

    Entregando la vida, perdiendo la vida por Él, es como se gana. Podemos poner muchos ejemplos: se gana la vida siendo buen padre, buena madre, buen esposo o esposa, siendo testigo de la fe, entregando la vida como misionero.... Se gana la vida renunciando al camino fácil y buscando el bien de los demás por encima de los propios intereses. Se gana descubriendo el camino que Jesús tiene para ti, siguiéndole. Porque así encontrarás el mayor tesoro que puedes imaginar: ganarás tu propia vida siguiendo a Jesús. 


Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 




Miércoles, 14 de febrero 

Miércoles de ceniza 


 (Recuerda: 

1. Pide el Espíritu Santo 

2. Lee despacio y entiende 

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios 

4. Ora, respóndele al Señor 

5. Llévalo a tu vida) 

Evangelio de San Mateo 6, 1-19 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

       «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 

      «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 

 Pistas: Tres consejos para avanzar en la vida espiritual, es decir, para convertirnos. 

       Da limosna, es decir, ama al prójimo. Reza, ten una relación profunda y auténtica con Dios. Y ayuna, véncete a ti mismo, ámate como Dios te ama (venciendo al egoísmo, al orgullo, a la autosatisfacción).

       Estos tres consejos tienen que ver con el primer mandamiento: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Con ellos trabajas el amor. Porque si rezas y ayunas, aprenderás a amar más y mejor a Dios y a ti mismo. Si das limosna, demostrarás que amas al prójimo, crecerá tu amor por los demás.  

       Esta cuaresma tienes la oportunidad de crecer. Afianza tu relación con Dios. Reza con oraciones, pero haz algo más: alaba a Dios, reconoce su grandeza, su poder, su bondad. Adora y contempla, entra en el misterio de Dios. Intercede y pide, reza por ti, por tus buenos propósitos, por la gente a la que quieres y por aquella a la que deberías querer más, reza por el mundo, por los que sufren…  

       Da limosna. Comparte lo que tienes, no sólo el dinero -que también-, sino tu tiempo, tus cualidades, tus dones… con aquel que lo necesite. Ama como Dios te ama a ti. No hay nada que te haga más libre que amar, también a los enemigos y a los que te odian. Eso te acerca a Jesús, porque sólo con su gracia es posible.

      Ayuna. El ayuno es un ejercicio, un entrenamiento para el cuerpo, la mente y el espíritu. Por un lado, ayuda a vencerse a uno mismo, a ser más dueño de ti. Tiene un sentido sencillo, pero a la vez tan profundo y poderoso, como decirle a Dios: eres más importante que lo que me apetece y te ofrezco este sacrificio. En la Biblia y la tradición, en la vida de muchos santos, es un instrumento de purificación, que ayuda a unirse a Dios, da poder en la oración… Lo que ahorres puedes darlo a los pobres, e incluso sentir hambre física para decirle a tu espíritu: ten hambre de Dios. 

       Ora, da limosna y ayuna, como ayudas para la conversión a la que Dios te invita esta cuaresma.  

 Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida. 

Lectio divina. Lectura orante


¿Cómo puedo aprender a rezar?¿Cómo puedo conocer mejor la Palabra de Dios?
Una manera sencilla de rezar y de conocer los Evangelios es orar con el que se lee en la Eucaristía de cada día. Porque a rezar se aprende rezando. No hace falta disponer de muchísimo tiempo. Sólo busca 10 o 15 minutos y empieza a descubrir una nueva relación con Dios y su Palabra.


¿Cómo hago?
1. Empieza rezando
Ponte en situación. Vas a escuchar a Dios y a entrar en diálogo con Él. Así que con tus propias palabras dile algo así: “Señor, sé que soy importante para ti, que me amas y quieres que te conozca. Quiero dedicarte este tiempo de escucha y oración, dame tu Espíritu Santo que me ayude a entender tu Palabra y a rezar, que de luz y fuerza a mi vida y a mi fe. Amén”Capta la idea y reza con tus propias palabras,se trata de ponerse en situación y pedir el Espíritu santo
2. Lee el texto y entiéndelo
Lee despacio, dándote cuenta del género literario (si es un discurso, una parábola, un diálogo, una narración, un milagro...). Qué está contando el texto, quiénes son los protagonistas, qué hacen, cómo se sentirán... Capta todo lo que puedas. Las pistas que subiré cada día pueden ayudarte a comprender eltexto y ponerte en situación para orar con él.
3. Vuelve a leerlo, preguntando a Dios ¿qué me dices a mi hoy?
Fíjate en aquello que te llame la atención, que te haga pensar, que ilumine tu situación, tus dudas, tus esperanzas.
4. Responde con tu oración
A aquello que Dios te haya inspirado respóndele. Dale gracias, pídele, arrepiéntete, alábale... y reza con tus propias palabras dejándote llevar por lo que te salga del corazón.
5. Llévalo a tu vida
Las relaciones verdaderas cambian nuestra manera de actuar y nos hacen tomar decisiones. Por eso, convierte lo que has rezado en compromisos concretos y realizables, por la Gracia de Dios, en tu vida.